La Churrería

Hay días en los que me salgo a caminar de Jalatlaco hacía el centro o de regreso pero nunca me regreso por las mismas calles, casi siempre encuentro un lugar diferente je, y un día en mi ruta de regreso me encontré con esta churreria, debo confesar que soy un fan de los postres dulces en exceso jaja, y pues los churros entran en ese rango por lo que pedí 2 churros rellenos, uno de chocolate blanco y otro de fresa, la verdad es que el sabor y la consistencia de los churros es excelente, solo que trato de no comer mucho por aquello de los kilitos de más, pero seguro a mi próxima visita al lugar probaré otros 2 del mismo sabor.

Los negocios de churros no son tan comunes en Oaxaca. Son más bien exóticos, de hecho. Este lugar es novedoso en ese sentido, pues preparan los clásicos churros del centro del país. Ofrecen opciones de café, incluso bebidas frías, así como churros y chocolate.
Los churros son buenos, lo suficientemente crujientes, pero suaves por dentro. Los más ricos, por supuesto, son los rellenos. El clásico de cajete es magnífico, de buen tamaño para dejarte satisfecho. También los churros tradicionales (es decir, nomás espolvoreados de azúcar) son buenos. Vienen en orden de tres.
El local es pequeño, lo justo para unos pocas mesas y un mostrador. Como es un lugar atractivo en cuando a ubicación –en una esquina y a media cuadra del Jardín Conzatti– suele estar medianamente concurrido, sobre todo al caer la tarde, cuando se dispara el antojo de postre. Una buena opción para romper la dieta.

Un lugar discreto, que posiblemente te lo encontrarás por accidente.
Excelentes churros, pues están hechos al momento, los rellenos de cajeta son excelentes, el café no es de lo mejor, y creo que no hay mejor complemento para un churro que una americano bien cargado.
Aunque siempre esta vacío, deberás de ser paciente, porque la calma y paciencia con la que realizan los churros parece eterna cuando ya no puedes con el antojo en espera.

Una tarde caminaba con una de mis amigas cerca de Santo Domingo, hacía un poquito de frío y en vez de sentarnos un rato en la explanada de dicho templo preferimos platicar bajo un techo y tomar algo calientito. No queríamos ir a alguno de los lugares cercanos a los que vamos frecuentemente y entonces ella me dijo que había escuchado de una churrería que estaba por el seminario.
Caminamos hasta el lugar indicado y enseguida dimos con La Churrería. Antes de entrar vimos su carta y decidimos que cada quien se comería una orden de churros, la cual trae tres, mi amiga los quiso sin relleno y yo pedí uno de cajeta, otro de chocolate y el último de zarzamora, también decidimos que para acompañar a nuestros churros íbamos a pedir dos chocolates de leche.
En cuanto entramos se nos acercó un joven y le dijimos qué es lo que queríamos. Los chocolates los trajeron rápido, pero los churros sí se tardaron un poco, esto porque los hicieron en el momento en el que los pedimos, de hecho el joven nos los había explicado. La espera valió la pena porque los churros estaban deliciosos, calientitos y crujientes, además los hacen de un buen tamaño, por lo que fue imposible terminárnoslos y pedimos que nos los dieran para llevar.

He ido en varias ocasiones a esta churrería, la primera ocasión fui con un amigo porque pasábamos por ahí y decidimos entrar, compramos un churro relleno de cajeta cada uno y yo pedí un café americano, la verdad, me gustó más el café que el churro, pero a la hora de la cuenta, el café costaba el triple del famoso churro así que a mi siguiente visita omití el café (es que tengo mis límites sobre los precios de un simple café americano) y pedí churros únicamente azucarados y la cosa cambió: me gustaron muuuchooo, en esa ocasión fui con mi hijo, así que los dos quedamos chupándonos los dedos llenos de azúcar. A partir de esa ocasión sólo pedimos la súper barata orden de tres churros de azúcar y es o el postre ideal o la cena más dulce que puede existir.
Nota: te hacen los churros en el momento así que hay que esperar algo de tiempo a que estén y posteriormente a que se enfríen, el lugar es bonito para ser simplemente una churrería y cierran pasadas las 9 de la noche.

Hola chic@s:
Ayer en la noche andaba con antojo de algo dulce, estaba con mis amigas paseando; por lo que acorde que existe unos churros ricos, sobre todo que iba con mi antojo; decidí entrar y pedir mi orden, aparte antoje a mis amigas. La churreria es un pequeño negocio, como dice su nombre su especialidad son los churros, desde los tradicionales hasta los preparados (rellenos); pero no quiere decir eso que no vendan otras cosas.
Entre los servicios que ofrece, aparte de su especialidad, son baguettes, galletas, pasteles, ensaladas y bebidas calientes, tanto frías. En lo particular siempre pido los tradicionales; por lo que recomiendo mucho, aparte los puedes acompañar con un café. La orden de churros es de 3, pero si están algo grande. Entre los churros rellenos, me gusta el de lechera, así que cuando pido mi bebida la pido sin azúcar.
Cuando pides tu orden de churros, lo hacen en el momento, para que este fresco y caliente; por lo que te ofrecen un servicio de calidad y un exquisito churro :). Si andas por el Llano, Cruz de Piedra, Santo Domingo o por el Jardín Conzatti; puedes pasar por ese exquisito antojo o ir a comer. Es excelente para ir con la familia, amig@s o pareja; aparte puedes realizar reuniones; aunque antes de hacer una reunión checa que si pueden; debido a que como mencione antes el espacio si es algo pequeño; pero eso no impide que lo realices.

Adoro los churros rellenos de chocolate o cajeta. La primera vez que pasé por La Churrería, no resistí la tentación de entrar, y es que el aroma dulce se percibe desde la calle. Mi espíritu de la gula terminó por convencerme y no sólo me comí uno, sino dos churros. La verdad son un postre magnífico y seguramente te brindan la cantidad de azúcar que tu cuerpo necesita en toda la semana jaja.
Em esa ocasión lo acompañé con un té de lavanda, el cual recomiendo. Desde esa fecha, soy una clienta asidua de este lugar, que se ubica en contra esquina de un parque muy tranquilo, donde puedes sentarte a terminar tu churro mientras te invade la culpa.