Callejeando por Sevilla después de comer se me antojó un té y dimos con esta tetería. Tiene una zona de bar en la parte superior y un salón árabe en la inferior, con butacas y el típico banco a lo largo de la pared cubierto de almohadones. No puedo comentar gran cosa pues sólo pedimos un té moruno, pero vimos que tenían sishas y había algún grupo de chavales que habían ido allí a pasar la tarde tomando algo mientras fumaban una. Todo correcto y bien atendido por un chico marroquí.