¿Cuántos bares habrá por ahí, escondidos en plácidos y bonitos rincones, esperando a ser descubiertos? ¿Cuántas calles sevillanas existirán que esperan ser honradas con nuestras pisadas y, que como recompensa, nos regalarán un trocito de ellas en forma de barra, sillas, mesas y camareros joviales? Eso le pasó a La Bartolina conmigo: su calle(Moravia) no me la presentó hasta que tuve que pasar por ahí a raíz de que mis cuñados se fueran a vivir justo al lado, hace ya unos años. Y el encuentro fue tremendamente positivo. Nos hicimos amigos, La Bartolina y yo, y aunque no nos vemos con la frecuencia que quisiéramos, cada vez que acudo a la zona paro a saludarla y, de paso, me tomo una cerveza que me ofrece gustosamente su dueño, el señor Márquez(conocido así por todo el barrio). Sus muros ofrecen un estupendo resguardo donde disfrutar de la bebida, acompañado de lugareños asiduos que, como todo barrio que se precie, dan un toque singular al ambiente. A la bebida la podemos acompañar de unos buenísimos montaditos, pero especiamente con una tapa de tortilla de patatas… Y amigos, ¡qué tortilla de patatas! Las he visto grandes y buenas, pero esta se lleva la palma. Por favor, no dejéis de ir sin probar la ¡tortilla de patatas! Os he avisado. ¡Ah! Preguntad también por las tapas del día, que son pocas. Pero, ¿y eso de tomarse la cerveza y las tapas en la coqueta calle/plaza de Moravia? Familias jóvenes con sus pequeñuelos trotando en el parquecito contiguo e, igualmente, autóctonos del barrio, hacen de la estancia en los veladores un momento agradable que, en Primavera, es lo más: porque los naranjos en flor os deleitarán con su embriagador perfume a azahar. Más sevillanía imposible. Un único pero: la calle/plaza está, precisamente por ser calle, cortada en dos, y suelen pasar coches que vienen de la calle Juzgados o de la plaza del Pelícano(a dos pasos de distancia). Aunque se lo pasamos por alto.