Iglesia Compañía de Jesús

De chica visité en muy pocas oportunidades la ciudad de Córdoba. La mayoría de ellas era en viajes organizados por el colegio, por lo tanto la manzana jesuítica era una visita obligada. A la Iglesia de la Compañía de Jesús había entrado en esas oportunidades y la verdad no le había dado mucha importancia. Lo poco que sabía se lo debía a trabajos prácticos.
Apenas me mude a Córdoba, unos cuantos años más tarde, salí a dar una vuelta por los lugares «más pintorescos» que tenía próximos a mi departamento. Después de dar vueltas por el centro, a la tardecita llegue a la manzana jesuítica y no podía creer el contraste. Es un lugar completamente diferente a lo que sucede media cuadra más adelante. Entré a la Iglesia y la viví de otra manera, estaba iluminada de manera tal que la hacía ver muy cálida, a pesar de sus muros de piedra y solados de mosaicos pequeños, tipo venecitas. Lo que más me llamo la atención fue su cubierta, que me dio la sensación de que era la parte inferior de un barco dada vuelta (después lo checkeé y si, efectivamente lo era). Actualmente se celebran misas y si te fijas en la secretaria de cultura, podes formar parte de un pequeño tour que abarca la manzana jesuítica, culminando en la Iglesia de la Compañía.

Compañía de Jesús
Recuerdo haber ingresado por primera vez una siesta a esta iglesia y realmente quedé impactada.
Tal vez porque no era horario próximo a la celebración de la misa, o tal vez porque fue años antes de la última re-​valorización que hizo el gobierno de toda la Manzana Jesuítica, pero sí me acuerdo de la sensación lúgubre que esta iglesia me provocó. Lo que más recuerdo, es esa caja de cristal que se encontraba en un rincón muy oscuro y que cuando me acerqué, me encontré una silueta, una escultura de Cristo en la tumba. Realmente, me resultó hasta atemorizante.
Años después, hace un par de noches, me encontré con un lugar completamente diferente. Ya la percepción de oscuridad no estaba, en su lugar un templo completamente iluminado, lo que me dejo ver las obras pictóricas en las cúpulas, en los cuadros, las cuatro imágenes que se encuentran arriba del altar y efectivamente, la caja de cristal aun está. Pero si están también los restos del Obispo Trejo y Sanabria fundador de la UNC y del sacerdote Ignacio Duarte y Quiros impulsor del Monserrat. Ambos debajo del altar principal, con lo cual este se convierte en una tumba en si mismo.
Justo, fue la buena casualidad, que un coro estaba presentándose y el sonido abarcaba cada rincón del templo, creando una atmosfera mítica y afable. Las gruesas paredes de piedra provocan que se resguarde los sonidos del interior, a pesar del bullicio en su exterior.
Su magnificencia y alto valor, se deben a que es la Iglesia más antigua en la Argentina, forma parte de la Manzana Jesuítica, Patrimonio Cultural de la Humanidad y al conjunto de impactantes obras artísticas en su interior.

En la Manzana Jesuítica, junto a la Facultad de Derecho y a unos pasos del Colegio Montserrat, se encuentra ubicada entre calles empedradas y cargadas de historia la Iglesia Compañía de Jesús. En ella, cada detalle se conserva como si hubiera sido construida ayer. En su interior, uno se encuentra con un espacio en el que se crea en Dios o no, se sea practicante o no, te invita a rezar, meditar o reflexionar sobre la vida. A veces, se presentan coros o pequeñas orquestas que tiñen al entorno con un aire barroco. También se organizan ciertos eventos sobre la explanada frontal.
Debo admitir que no fueron pocas las veces que tiritando antes de rendir un examen final me di una vuelta por la Iglesia sin que se me caiga el techo encima.
Al conservarse fresca la temperatura, muchos transeúntes en un arrojo espontáneo de fe, ingresan a la Compañía y se quedan sentados un rato encandilados con tanto dorado, típico de la época en la que fue construida.
Dato para tener en cuenta: las misas a cargo de los jesuitas, son bastante llevaderas. En las mismas, se apartan un poco de las solemnidades que suelen acontecer en este tipo de celebraciones religiosas.

La iglesia de la Compañía se encuentra dentro de la manzana jesuita que en el año 2000 fue decretada por la UNESCO como patrimonio de la humanidad.
Pegada al rectorado de derecho, es cita obligada de los estudiantes previo a los exámenes.
Esta hermosa y colonial iglesia, posee una sala mayor donde se ubica el pulpito, los confesionarios y el altar, y otra sala mas pequeña, anexa, que se ingresa a través de una arcada, que es la parte mas antigua del templo, es mas, posee los pisos originales que datan del 1600. Esta iglesia perteneció a la orden de los jesuitas y formaba parte del conglomerado conocido como colegio mayor, que represento la primer universidad de américa y estuvo dirigido por los mismos hasta que su orden fue desterrada por el Rey español a mediados del 1700.
Entrar a estos claustros significa chocarse de frente con la historia, sentirla en cada rincón, en cada imagen, al observar el oro que recubre parte del altar mayor, al caminar sobre los pisos cuyos subsuelos guardan los restos de los padres fundadores.
Si pasas por la mañana, hay un puñado de sras o estudiantes solos, concentrados en un silencio que da paz mientras una señora mayor se encuentra sentada frente al órgano, con sombrero de otra época, entonando con una voz dulce y que te transporta diferentes canciones eclesiásticas.
Vale la pena visitarla, a los catolicos que se sienten culposos, sepan que hay una cruz a un costado del altar que dice: drecreto de la enciclica xxx del papa pio: quien bese esta cruz tendrá 10 años de indulgencia.

Hace unos años vivía con unas amigas al frente de esta iglesia, que es muy pintoresca y una de mis preferidas. Está situada dentro de la tradicional Manzana Jesuítica de Córdoba que es un MUST SEE, es decir, un punto turístico que no podes dejar de conocer de la ciudad.
Con una majestuosidad única y particular pero a la vez sin ostentar, es una iglesia que me trae muchos recuerdos, tanto de ir con mis amigas y familia cuando venían de visita ó tan solo de cuando iba a sentarme a escuchar mis pensamientos y buscar un poco de tranquilidad.
Apenas ingresás es como esos panoramas o paisajes que de a poco van expandiéndose y de repente te encontrás admirando ese techo dorado increíble con esos arcos que no dejan de sorprenderte. Los cuadros, las bancas, el color de las paredes y el altar son preciosos y realmente llegás a conectarte con algo más grande.
En la época en la que iba, tenía un amigo que pertenecía al coro y tocaba la guitarra. Hoy no está más pero seguramente tiene lindas voces aún, porque cuando pasás por afuera se escuchan canciones con muy buen tono. Ni hablar de la acústica buenísima que tiene para poder lograr eso.
Por supuesto, siempre impoluta, impecable. Te recomiendo visitarla!