Veterinaria

Infortunadamente los animales no pueden resolver las vicisitudes del hombre y la razón.
Mi antiguo patrón solía cortarse el cabello en este lugar. Ladraba y mordía. Si quería hablar, gritaba o gemía. Una vieja conocida se paseaba por allí, ya que le gustaba que le pusieran un moño rosa en la frente después del servicio. He conocidos varios que les gusta un buen baño antipulgas, pues el estrés y la contaminación mental están por todos lados.
A veces confundo quién es en realidad un animal. Otra clientela, la felpuda, la peluda, y muchas ocasiones, la más limpia, no parece quejarse de la veterinaria. Jadean y sacan la lengua, tranquilos, pero hasta ahí. Eso sí, aquellos dueños que los abandonan por horas, bueno, sería lindo que ocuparan unas jaulas.
Todos guardan un resabio de animalidad; ciertamente unos más que otros. No obstante nadie pone atención a esos detalles, o se quejan, pero no proponen nada. Venga, anímese y traiga a sus escuincles malcriados o su jefe, a su esposo malhumorado. No es caro y la atención que le brindan a los animales es de muy buena calidad.