Tiempo de Café

Siempre es tiempo de café y las personas que rondan por estas calles, colonos y gente que sabe bien a dónde meterse lo sabe.
Y es que por las mañanas está cafetería ofrece ricos desayunos, muchas personas adultas abordan este lugar.
Lo peculiar, aparte de su sabor y el buen trato que uno se lleva por parte de quién atiende, es que por las tardes siempre está lleno y por las noches ni se diga.
Para quienes les gusta tomar su café acompañado de un buen cigarro –al estilo de un buen escrito, pensador, científico, de aquellos tiempos– esta cafetería te permite realizar esa buena conjugación.
A metros de metro Xola se encuentra este rincón de café donde uno puede pasar un buen rato y degustar de todas las maravillas que aquí se vende.

Tiempo de café y algo más… la destrucción.
Esta casa sufre de personalidad múltiple. Por las mañanas, a partir de las once, los viejitos se animan a platicar con un café con leche, un americano o un té, acompañados por los estupendes desayuno que ofrecen. Más tarde, después de la una, los oficinistas, las enfermeras, los trabajadores que gozan su hora de comida al día, se dedican a ocupar las mesas y degustar el exquisito menú, el cual cambia todos los días, mirando con el rabillo del ojo el televisor inmenso que tienen. Luego, cuando la noche empieza a cubrirse de nubes musicales, los espacios se amplían; se puede fumar, beber cerveza y bailar. Como guarnición de una linda parrafada, los clientes pueden gozar de unas ricas baguettes, chapatas, pasteles y bocadillos. El servicio es impecable; sólo matronas lo atienden. Este negocio cree en la destrucción: el cambio en la forma.