Restaurante bar Capri

En esta ciudad hay que empezar y aprender a complacernos con cosas sencillas, es decir, dejar de ambicionar lo complicado y ver la belleza en lo ordinario.
Cuando conocí el Capri se me hizo grande, colorido y mexicano pero su terraza con vista a la avenida fue la que me enamoró y es que a todos nos gustan las terrazas ¿no?
La de aquí está adornada con ranas y sapos de piedra que tienen por collares luces ámbar, cuando se oscurece las prenden y se ven increíbles.
Su fuerte son los mariscos aunque también hay carne, pollo y antojitos mexicanos. Yo probé la sopa azteca servida en abundancia, un club sándwich al que le agregan aguacate (no es común) y aguacates rellenos de camarón.
Tiene una pequeña estancia infantil y los viernes y sábados hay música en vivo para bailar. Ya saben, pura cosa guapachosa.
Lo malo es que entre semana nunca tienen pasteles para el postre, el flan y los plátanos con crema no fallan.
Aceptan tarjetas y vales de despensa.