Una vez leí que para los mexicanos la comida lo es todo, en un funeral o una boda siempre hay festines e igual nos la pasamos«pachangueando», siento que sí. Hace unos meses estaba enojadísima con mi novio y además teníamos hambre. Se lo advertí: si no paramos a comer en el próximo changarro, puesto, restaurante o anexas que se nos tope en el camino, la cosa se pondrá peor. Como sabe que es cierto y que de las cosas que más me encorajinan es el hambre, paró en seco y conocimos el Asador argentino. Lo que vino a continuación fue un anfitrión que nos cayó del cielo, simpático como él solo, Andrés nos puso a reír por más de dos horas y el disgusto pasó a la historia. La carne es extraordinaria, muy a la altura de los de cadena y caros; las ensaladas y empanadas también son una fortuna y el clericot lo preparan en versión moderna porque antes Andrés fue bar tender. ¡Amo el Asador argentino! Le doy todas mis estrellas.