Museo del Telégrafo

El museo del Telégrafo resulta en una visita cautivante para cualquier amante de las reliquias históricas y los objetos antiguos, e interesantísima para aquel que guste de los primeros gadgets de la existencia humana.
Ubicado en el Antiguo Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas, la primera impresión que causa la entrada a este recinto es de expectación ante la grandeza del lugar, sólo para ser informado que se trata del Museo Nacional del Arte, y a un costado, en el ala oriente de la planta baja del imponente inmueble, se encuentra el Museo del Telégrafo.
Así como un libro no se juzga por su portada, la pequeñez del museo no resta importancia ni admiración ante el recorrido histórico que brinda.
Al entrar al museo, Samuel Morse, algo pálido, nos da la bienvenida con un Registrador, instrumento que fue utilizado para grabar puntos y rayas en una hoja de papel durante la Segunda Guerra Mundial y la Revolución Mexicana.
El museo posee en las paredes carteles planeados para leerse con cierto orden, que proporcionan primeramente la historia de los dispositivos y artilugios que cambiaron la forma de comunicar al mundo a finales del siglo XIX y el siglo XX, para después centrarse en el desarrollo y difusión de los mismos en México.
Al avanzar en el recorrido, rápidamente se hacen notar algunos otros objetos, como cartas, tratados, diversos tipos de telégrafos y objetos antiguos de electrónica que tuvieron gran impacto en México. Causa emoción el saber que esas cartas, firmadas aún con pluma estilográficas, cambiaron la forma de ver el mundo para millones de mexicanos.
Resulta admirable una sección que se le dedica a Juan de la Granja, empresario visionario y poco conocido responsable de la existencia del telégrafo en México, así como la sección que implica la importancia del telégrafo para el derribo del Porfiriato.
El visitante no debe esperar encontrarse con objetos como el primer telégrafo inventado, (el cual está en el Smithsonian), sino con objetos telegráficos que se usaron en México, y precisamente eso hace que el museo sea más impresionante. Esos objetos, que algún día fueron cotidianos, ahora yacen encerrados en vitrinas victimas de lentes de cámaras para deleite nuestro.
Pero «Museo del Telégrafo» es sólo un título, el visitante encontrará también la historia de un recinto construido de manera artística, y entre los objetos favoritos del redactor de esta reseña (además de los diversos tipos de telégrafos) se encuentran las antiguas máquinas de escribir, el transformador de chispas, los amperímetros, wattmetros y voltímetros que eran realizados todos con elegantes partes de madera, observar un pedazo de cable de cobre reforzado utilizado para interconectar continentes y objetos que debido al avance tecnológico, y con la invención del transistor y el desarrollo de la física de semiconductores, quedaron en la historia.
Como conclusión, el Museo del Telégrafo es una visita agradable, y quizá esta reseña ostente algo de trampa, de inclinación hacia lo positivo, pues el redactor de esta reseña es Ingeniero en Telecomunicaciones.

Este museo que pese a su ubicación pocos saben que existe, es un lugar que no puedes de ar pasar.
No hay un solo pretexto para no entrar, su ubicación es excelente (a lado del MUNAL), su entrada gratuita y puedes ver con detenimiento todas las piezas que ahí se alojan.
Puedes ver los telégrafos de antes así como una oficina totalmente detenida en esa época, si no conoces la historia de este medio de comunicación pues aquí la encontraras detallada y también algunos de estos importantes documentos y que es una maravilla poder apreciar años después cuando el telégrafo se ha visto ampliamente superado.

Un recorrido por la historia de uno de los medios que gozó de más auge en las telecomunicaciones es lo que nos tiene el Museo del Telégrafo, ubicado a un costado del Museo Nacional de Arte, para que no lo dejes pasar.
Un gran salón exhibe la cronología del telégrafo por medio de divisiones por años y etapas de nuestro país en que lo tocó sobresalir, como el Porfiriato. La información proporcionada es sustanciosa sin llegar al tedio, las piezas mostradas son auténticas y puedes pasar algunos minutos viendo cada detalle de éstas, por supuesto son el atractivo principal del museo.
De igual manera se presentan telegramas enviados en momentos cumbre de México cuando este medio de comunicación era el que dominaba en jerarquía y en la confianza de todos los habitantes, incluso llegando a superar al teléfono aun en el surgimiento de éste y el cual traía mayores beneficios, pero la gente era leal a la telegrafía.
Y aunque no lo crean, algunos compañeros recibieron telegramas de la universidad a la que pertenecíamos.

Escondido, a un costado del Munal y enfrente a la antigua sede del Senado de la República, unas escaleras te llevan al Museo del telegrafista.
Caminando por aquella zona, descubrí que se encontraba este lugar en el que se hace una retrospectiva de este medio de comunicación y que poco a poco tiende a desaparecer.
Muy recomendable para chicos y grandes y aunque no es un museoteee, si cumple con el objetivo que es no olvidar este medio tan importante para la historia.
Uniformes, documentos y más descubre en el Museo del Telegrafista.