Un sitio para sentirte bien tomando cualquier cosa. Si es una caña solamente después del trabajo: terracita y Estrella Galicia de tirador. Si es un picoteo: barriles con taburetes altos, Birra Moretti y unas pulguitas. Si es una cena: mesa, vino italiano o español y unas buenas tablas de fiambres y quesos italianos y españoles. Y si no, cualquiera de lo dicho anteriormente se une a las variaciones posibles con tapas italianas, cervezas artesanas y chupitos de licores de aquí y allá. Ah y todo esto, sin pretensiones ni florituras, ni en la mesa ni en la cuenta con una decoración guay que une lo clásico de una taberna y el estilo alternativo de Fede, su dueño, un tío dpm. ¿Se nota que es mi bar favorito del barrio?
Javier R.
Tu valoración: 3 Valencia
Avalada por generaciones y generaciones de clientela de barrio, nutrida de reincidentes universitarios alojados en sus calles, está este pequeño local con pocas mesas y terraza exterior, de marcada idiosincrasia ibérica y al servicio de la ancestral costumbre de matar el hambre y sobre todo la sed a última hora de la tarde, a la vez que se sueltan la lengua y las maneras. Es uno de los lugares predilectos del barrio(Benimaclet) en que asentar el estómago para una noche de copas en el ambiente estudiantil(o acaso ya nostálgico) en los locales de ocio circundantes. El principal atractivo del establecimiento es el ambiente tabernario repartido en bancos de madera, entre efluvios de jamón y queso curado, trajín de camareros y conversaciones bulliciosas de mejillas sonrosadas. Las consumiciones(esencial la caña o la copa de vino) se completan con tapeo racial(por gentileza de la casa, se puede picar algo gratis entresemana de 19 a 21 h) a elegir en la vitrina charcutera(también hay otras cosas menos castizas, como por ejemplo, lasaña). Si se pretende aliviarse del ambiente un tanto parlanchín del interior, hay que decantarse por la terraza y encandilarse del trajín urbano del barrio, todavía con tintes de pueblo.
Javier C.
Tu valoración: 4 Valencia
Benimaclet es un lugar estupendo para callejear y descubrir nuevos rincones, su aspecto de pueblecito, con sus calles estrechas y sus casas de no mas de tres plantas lo hacen muy acogedor, tanto como sus peculiares bares. Uno de estos bares es La Bodega, la descubrí una tarde que iba paseando por el barrio. Estuve en su terraza ya que era verano y el atardecer ofrecía unas temperaturas muy agradables. La terraza estaba en una estrecha calle típica del barrio de Benimaclet en donde se podía disfrutar del ambiente de la zona. En el local puedes disfrutar de un buen vinito o una caña, siempre van acompañada de una pequeña tapa de quesos, o unos montaditos. Estas tapas no te van a quitar el hambre pero vienen muy bien a la hora de acompañar el vino o la cerveza. El interior de La Bodega es muy peculiar, los barriles de madera que hacen de mesas, le dan un buen decorado, y aunque yo no pude disfrutar del interior me dio muy buena impresión.
Mauri R.
Tu valoración: 4 Valencia
Un sitio que, sin pretenderlo(y esto es lo mejor) resulta de lo más bohemio. Quizá por su mobiliario clásico(barriles incluídos) pero de lo más resultón, quizá por la paz que desprende, quizá debido a que no suele estar excesivamente lleno… no sabría explicarlo, pero te dan ganas de sacar un bloc y un bolígrafo y empezar a escribir. Incluso si únicamente lees el Marca. Las tapas quizá no son lo más elaborado de la ciudad, posiblemente lo más sofisticado e innovador que tengan sea un montadito de sobrasada, pero cuando estás allí te sabe a lo que comerían Toulusse Lautrec y sus amigos en plena fase creativa. Pasaos un día y tomaos una cervecita, amigos de Unilocal,que creo que no perdéis nada por probar y algo me dice que os va a gustar el sitio. En verano hay terracita: P
Raúl A.
Tu valoración: 4 Bétera, Valencia
Bancos de madera, buen vinito, buenas conversaciones profundas, muchos segundos gastados, gente que viene, aparece y luego se esfuma, ambiente agradable, idas y venidas, momentos anónimos, momentos sencillos, besos en los baños, sexo en los baños, vino, colores en las mejillas, más risas, más hablar y menos amar, y más amar y menos hablar, más risas, más momentos mágicos, más de todo y menos de nada… Recuerdos, siempre recuerdos de momentos mejores, de momentos sublimes, La Bodega, en la calle Alegret, me da alegría de solo recordarla, me da alegría cuando subo por la calle Puçol, cuando me voy de Valencia y paso por esa calle en bici, y paso por delante, no sé si de forma inconsciente o de forma consciente, más bien lo segundo. ¿Qué seríamos sin recuerdos? nada, sólo silencio, y ¿qué sería yo sin La bodega? nada, sólo otro silencio más. Lo conozco, la conozco, a la Bodega, desde hace más de 10 años. Una década, se dice pronto, y se escribe más pronto. Romántico me pongo, romántico me descubro al recordar, mis recuerdos, mi vida, mi todo, allí… sentado con una, dos, tres cuatro, cinco novias distintas… Y ¿ahora? ahora paso por la tarde, son otros tiempos, me bajo de la bici, me tomo la última cervecita, discreto, sentado, ajeno, respiro sus aires, su alma, su todo, y me voy… desaparezco. De martes a sábado, bocaditos gratis de 19 horas a 21 horas. Pero yo si voy no es por ello, yo si voy es por otra cosa, mejor, impensable, inconfesable…