Bodega Siglo XVIII

Sevilla, España

3.3

3 opiniones

Contacto

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Teléfono:
+34 954 27 41 13
Sitio web:
www.sigloxviii.com
Dirección:
Calle Pelay Correa, 32, Sevilla, 41010
Triana
Paradas y estaciones de transporte público cercanas:
440 mPlaza de Cuba
610 mPuerta de Jerez
680 mArchivo de Indias
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Hoy –
Horario local (Sevilla) 7:01 lunes, 3 de noviembre de 2025

Horario de apertura

lunes –
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miércoles 13:00 – 16:00
20:00 – 01:00
jueves 13:00 – 16:00
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viernes 13:00 – 16:00
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domingo 13:00 – 16:00
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Calle Pureza, 77 - 1

3 opiniones sobre Bodega Siglo XVIII

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Tu valoración: 4
Sevilla
En la bodega del Siglo XVIII he vivido noches mágicas de flamenqueo cuando, de buenas a primeras, surgía el duende y la noche se impregnaba de arte, de magia, de cantes flamencos, cosa que ya, con lo políticamente correcto, se antoja algo casi imposible. Estoy hablando de cuando la bodega era sólo la zona de barra, una bodeguita, acogedora, coqueta, preciosa.
Los tiempos cambian, y la bodega ha crecido. Si antes, siendo bodeguita, ya era grande en alma, ahora lo es también en cuerpo. Porque si algo tiene esta hermosa bodega, es cuerpo y alma. Cuerpo de muchacha trianera que enamora a todo el que tiene la fortuna de conocerla y alma de guitarra, de algarabía, de cante, de poesía. No hace falta ni probar sus tapas para quedarte prendado por los restos de esta bella dama con patio enladrillado y cerámica trianera y arcos sobre columnas blancas.
Pero es que encima, están buenas. A las tapas, me refiero. Aquí siempre pido, no sé por qué, espinacas con garbanzo. Será porque están exquisitas, o porque me pega con el entorno, o porque un día las probé y ya me hice adicto a ellas. Tiene otras grandes tapas, salmorejo, pollo a la mostaza, pinchitos, pero para abrir boca siempre empiezo con ésta.
Como se suele decir, con los precios pagas un poco el sitio, pero merece la pena. Estás en pleno corazón de Triana, rodeado de historia, de mil maravillosas historias que sucedieron aquí con el correr de los siglos…
Tu valoración: 3
Sevilla
Esta bodega es preciosa, el patio central, los arcos, las plantas, los cuadros, incluso los azulejos, los utensilios colgados en las pareds y sobre estanterías, parece que por allí no hayan transcurrido los años.
Mi historia con esta bodega acabó hace algunos años por mi suegra y su hermana. No es que ellas sean las culpables, pero reconozco que salí con las orejas gachas.
Estábamos en un bautizo en la iglesia Santa Ana, en Triana, y al salir se me ocurre proponer esta bodega para comer, pues mi mayor deleite son las tapas elaboradas, mezclas de sabores, etc.
Resultó que las tapas eran algo pequeñas, y que las que yo pedí no les gustaron, pues están acostumbradas a otro tipo de comida más andaluza. Y claro, haberla la hay, pero no se me ocurrió pedir chacina, espinacas con garbanzas, salmorejo…, pues este tipo de platos se comen a diario.
Así que probaron 5 ó 6 tapas y volamos de allí, cuando hasta el momento había sido uno de mis sitios favoritos, porque el entorno es especial, único en Sevilla.
Jamás volví, y de eso hace ya 3 años por lo menos; ahora al recordarlo me estoy planteando volver un día no muy lejano.
Tu valoración: 3
Sevilla
Os voy a contar una historia (aunque no es la mía) pero me la han prestado (sin intereses, claro). Ya que muchas veces conocemos los sitios por esas pequeñas o grandes anécdotas que siempre permanecerán en nuestra memoria. Pues ahí va:
Érase una vez un encuentro entre una chica extranjera y un sevillano de casta que fueron a deleitarse con unas ricas tapas al bodegón s.XVIII. Era una noche única, él esperaba que ella terminase con su pareja actual y se mudase a vivir a Triana, ella esperaba que eso se cumpliera. Las horas fueron pasando embriagados por el rico vino del bar, una buena tabla de quesos, una ración de delicioso pollo a la mostaza y el bamboleo del amor.
En un sitio tan íntimo y acogedor como esta bodega donde el tiempo se para delicadamente en cada pared, donde las columnas en mármol blanco soportan su patio central al que embellecen plantas y arcos. En un sitio tan cálido, el romanticismo se convirtió en el protagonista. Aquel día fue único y la promesa quedó suspendida en el aire como una flor de diciembre. Pero nunca se realizó.
El bodegón se quedó impregnado por la pasión de esta pareja y cuentan que si pasas por aquí aún se siente la vibración de los amores fugaces que quedaron dormidos en cada rincón. Ven a sentirlo tú mismo.