Sala de Exposiciones del Canal de Isabel II

Fui aquí a ver la exposición de Leopoldo Pomés y la verdad es que me encantó, no sólo por la exposición, sino por el edificio en sí, que se ubica en el antiguo depósito de agua del Canal de Isabel II, y el hecho de ver una exposición dentro de una torre y tener que ir subiendo por las escaleras de caracol para proseguir con la exposición es algo que me agradó bastante. También existen ascensores, por lo que todas las plantas son accesibles para personas discapacitadas.
Lo que no me gustó tanto fue el innecesario nivel de seguridad de las instalaciones. Iba con una maleta y me la hicieron abrir, pasarla por un escáner, me cachearon y me dieron una acreditación que debía devolver a la salida. Dios mío, si yo creía que iba a entrar a ver una exposición y no a pasar el control de seguridad de un aeropuerto…

Una sala de exposiciones que ya de por sí, independientemente de la exposición, merece la pena visitar por el edificio singular en el que está emplazado, el primer depósito de agua elevado del Canal de Isabel II que tuvo la ciudad y que tiene un poquito más de 100 años.
Por tanto, las exposiciones ocupan el interior de la base de esta torre, que se divide en 5 plantas: La de a pie de calle, otras tres superiores y el propio depósito, donde, reconvertido en una especie de pequeño auditorio, se hacen proyecciones.
La Sala de exposiciones del Canal de Isabel II por fuera, y que podéis ver desde la calle Santa Engracia, ya impresiona desde fuera. De estructura de ladrillo con doce machones o pilares exteriores sujetos y unidos por otros tantos arcos que dejan entre ellos aberturas donde se establecen ventanas para iluminar el interior, aunque ahora mismo, para una mejor visibilidad de las exposiciones, estén cegadas. La cuba, de cinc, corona la torre.
El acceso a la sala se hace directamente desde la calle, no sin antes pasar por el control de acceso, atravesando los jardines que el Canal tiene en esta parte de Madrid y el acceso a las plantas superiores se puede hacer en ascensor (existen dos a cada lado) pero también a través de una escalera metálica de hierro fundido y de planta cuadrada con unos 8 metros de lado desde la que se puede ver la base de la cuba y una perspectiva de cada una de las plantas desde la penúltima.

Su exposicione ssiempre suelen ser interesamtes.
La localización genial, fuera del circuito de museos habitual. Luego puedes ir al resto por metro (lo tiene cerca) o dando un paseito puesto que es todo recto hasta el centro.
Esta hecho hacia arriba, o sea, las exposiciones se distribuyen por todo lo alto que es el depósito. La subida en escalera es de caracol, por lo que yo siempre acabo casi mareada. Hay ascensor.
Importante: estas entrando en las dependencias de la empresa de agua de Madrid, por lo que debes llevar el DNI. Quizá deberían hacer una entrada aparte para exposiciones

I brought my street photography group here for Magnum’s «La Camara Indescreta» exposition (free) and everyone absolutely loved the space. As the storefront image shows, the art-​space is housed within a great old water tower made of bricks with a steel skeleton. The viewer encounters expositions from bottom-​to-​top, reconnoitering a circuit at each level and scaling a black iron stair to the next.
Little trapezoidal alcoves are cut into the outer wall, and it’s in these little rooms the art hangs. The lighting is excellent, but fades into the immense center of the tower where the stair climbs.
A bit of weirdness: as this space is situated inside the city’s canal control complex, in a courtyard amidst their central offices. Viewers must go through a comparatively intense screening process to enter. You must provide your ID and then go through a metal detector, one by one. Kind of a pain, but security is security; it’s definitely not so bad as an airport.
As an art space, I give this place five stars. I’ve never seen a better use for a structure so old it could easily be derelict in other circumstances. It’s RAD to explore an old brick-​and-​stone water tower. It’s just cool, and a great idea that could stand as a precedent for other ailing unique structures around the city.
TL;DR: Art spaces should be as creative as this. Very cool, worth the hassle at the door.

Antiguo deposito de agua, recovertido en sala de exposiciones. Precioso entorno para exposiciones de todo tipo.

Si no sabes dónde está esta sala de exposiciones, hay que reconocer que es bastante difícil encontrarla, porque está bien escondida, hay que entrar a un edificio oficial del Canal de Isabel II y, por si esto fuera poco, hay que dejar tu número de DNI en la entrada. Todo para poder entrar a este antiguo depósito de agua, que ahora se utiliza como sala de exposiciones y que es una auténtica delicia. Desde su parte superior, toda circular, hasta su parte inferior, donde está la planta, pasando por sus escaleras de metal, que se mueven cuando subas como si se fueran a derrumbar. Una auténtica experiencia que añade puntos a cualquier exposición, por pequeña que sea.
En mi caso, fui a ver la exposición de Juan Gatti, uno de los diseñadores gráficos que más trabajos ha realizado en las películas de Almodóvar. La exposición estaba genial, es gratis, e incluso disponías de visitas guiadas a determinadas horas del día, también de forma gratuita. En la parte de arriba del edificio se proyectaban algunas imágenes de Gatti, en una especie de película en bucle con algunas de las piezas de la exposición. Al tratarse de un recinto circular, casi una esfera, la sensación era como la de estar en el Planetario… pero con fotografías en lugar de con planetas.
Atención aparte se merecen los jardines que rodean al complejo, en los que (aviso) no se puede echar una foto, porque corres el riesgo de que te caiga una buena reprimenda. Es incomprensible cómo el Canal tiene prácticamente escondido un edificio tan bello como este, que se presta tanto a la fotografía. Un depósito de agua de principios del siglo XX que tras su reconversión en 1986, obtuvo diversos premios, y que dentro todavía cuenta con algunos detalles de la estructura original como grúas o ganchos que le dan un aspecto absolutamente apabullante.
Sin duda, esta es otra de esas pequeñas delicias que Madrid tiene escondidas, y que merece la pena visitar de cuando en cuando porque hacen de esta ciudad un sitio irrepetible. Lástima que el 90% de los madrileños ni sepa que este edificio está ahí ni tenga ni idea de que puede entrar gratuitamente cuando le venga en gana.

Además de ser un espacio muy bien reciclado (un antiguo embalse de agua) algunas de sus exposiciones son realmente interesantes.
AVISO: El espacio tiene varios pisos por los que suele estar repartidos la expisción. Al entrar la primera vez siempre piensas en ir subiendo una a uno ERROR! nada más entrar tápâté los ojos y coge el ascensor hasta pa última platan y ve bajando piso por pisco poco a poco. Parece una obviedad pero os puedo asegurar quea la mayoría siempre les pasa la primera vez y esas escaleras metálicas no son nada cómodas de subir.

La verdad es que desde que se rehabilitó el depósito de agua y todas las salas con las que cuenta Canal, todo lo que hacen es un éxito. Fueron los únicos capaces de traer a los guerreros de Xian y hasta los Faraones montaron una pirámide gigante con vídeos en 3D. Eso no lo hace cualquiera. Mucha gente sólo conoce el pabellón al que me refiero, el de las grandes exposiciones, pero si uno continúa y bordea la esquina de la calle encontrará la sala de exposiciones, más pequeña, pero que tampoco hay que perder de vista, porque a veces tienen grandes cosas. Yo vi allí una maravillosa exposición de fotografía de autoras famosas, y ahora exponen a Canogar, que no puede estar más en auge.
En general, la Fundación Canal, es un sitio de visita indispensable en la cultura de la capital.

Un lugar de exposiciones situado en un antigüo depósito de agua. Sólo con ese dato ya pica un poco la curiosidad. Y fue justo eso, la curiosidad lo que me llevó a la sala de exposiciones del Canal de Isabel II.
Nada que ver con los sitios expositivos a los que estaba acostumbrada, en este, con esa forma de torreón, hay otro ambiente, otras sensaciones. Un lugar sombrío, tenue, frío, idóneo para momentos de reflexión. Puedes ir subiendo a las distintas plantas a través de unas escaleras de caracol metálica.
El silencio… eso es lo que destacaría de este lugar. Un silencio casi incómodo.