Mar, la dueña de la peluquería, es una chica muy maja. Muchas veces me la encontrado cenando por el barrio o tomando un café a primera hora. Varias veces he ido a cortarme el pelo a su local y siempre han entendido lo que quería. Para una persona tan exigente con el corte como servidora, que existan peluquerías como esta es una muy buena noticia. Hace un par de años abrieron un servicio de estética para complementar los servicios y los precios son ajustados. Eso sí, hay que pedir hora antes de ir ya que suelen tener la agenda completa.