Bodega Frankie

Buah… hay cosas con las que flipo mucho. Y perdonad la expresión.
Os cuento.
Hace años, trabajaba muy cerca de la bodega. Y allí me iba cuando quería bebida fresquita porque el señor que la llevaba, siempre tenía refrescos en la nevera. De esas antiguas con las puertas de madera…¿sabéis cuales, no?. Pues esas. Tenía eso y una importante colección de vinos, de todos los precios y calidades.
Vale. El señor se jubiló y le traspasó la bodega a un paquistaní que le añadió productos, convirtiéndola en un «badulaque».
Y al poco, se la quedó un chino. Hará cosa de un mes, tenía una cena, llegaba tarde, recordé la bodega, imaginaba que estaría abierta aún…y pensé que con un poco de suerte, aún quedaría alguno de los vinos del «abuelo».
No solo quedaban… había bastantes más, y de mejor calidad.
Mirando en las estanterías, vi que había unas botellas apartadas. Eran reservas y de los buenos. Le pregunté el precio y me dijo que… bueno, que muy, muy barato porque era vino que habían tenido en exposición y podía estar malo. Que era un riesgo… pero que si salía bueno, te llevabas un vino extraordinario a precio de Don Simón.
No entiendo tanto como para arriesgarme así que elegí uno que ya conocía. Pero mientras, el buen hombre sacó todas las botellas esas y empezó a mirarlas al trasluz, a darles la vuelta… no se que hacía, pero cuando fui a la caja a pagar, me dijo, señalando una en concreto. «Esta buena». «¿Seguro?». «Nunca nada seguro, señora, pero esta buena». Y pensé que poco perdía probando. Me la llevé. No era buena. Era sencillamente extraordinaria!
Pensé que sería suerte. Que un chino no puede entender de riojas… pero vaya, he vuelto un par de veces más y sigue teniendo suerte el hombre. O eso, o es enólogo y no me lo quiere decir. Por eso, yo flipo.