Si fuera diabética, además de intolerante a la lactosa, creo que sería mi peor pesadilla. ¡No poder comer todos los chocolates y tortas que quisiera! ¡Sin azúcar…entonces, para qué vivir!Por eso, me saco el sombrero por la creatividad de esta tienda, cuya dueña –una periodista intolerante a la lactosa– no se…