Recuerdo que cuando quise empezar a manejar, mis padres se miraron entre sí a ver cómo hacían para safar. Ante ese panorama, mi papá se prestó en algunas (contadas) ocasiones a enseñarme. Digamos que no hubo química. Entonces me puse a buscar escuelas para aprender a conducir, que me quedaran cerca de mi casa…