Vital Play

Era la segunda o tercera vez que iba a la casa nueva de mi amiga y en el camino me encuentro, a pocos metros de llegar, con una dietética. Nunca la había visto y decidí pasar a ver qué había.
Intento abrir la puerta pero estaba cerrada. A los segundos, escucho el sonido eléctrico que me avisa que ahora sí puedo abrir. Entro, bajo por la rampa. El lugar es chiquito y está abigarrado de productos. En el centro hay góndolas con galletitas todas dietéticas y hacia los costados, estanterías con más cosas.
El vendedor se apura en preguntarme qué necesito. Le digo almendras (improvisé). «Calcio o gusto», agrega. Gusto. Ese fue el inicio de las perdición de mi bolsillo. Una vez que empezás a ver todos esos productos no podés parar si sos fan. Ese es mi caso.
Así que además de un poco de almendras, que están a «««««, me traje algunas semillas, unas galletitas hechas con harina integral, un jugo de arándano y un tarrito de miel.
Además de rico, comimos sano. Ella, antinatural de nacimiento, se copó con la dietética. Ahora se volvió fan de los arándanos y las semillas. Genial!