Petit Colón

Petit Colón es un must para todos aquellos que quieren vivir una experiencia sofisticada. Desde la ambientación, los mozos, la platería, y la calma que se vive ahí dentro ya uno se da cuenta que ir a tomar aunque sea un café antes o después de ir al Teatro Colón es lo que completa la experiencia.
Fui con mi mamá antes de ir a ver a mi hermanita en concierto (El Descenso), y la verdad nos sentimos a tono con la noche que nos esperaba. Sentís que es lo que te lleva al ambiente que vivirás adentro del Teatro, y me atrevo a decir que es aún mejor que comer adentro del teatro, pero eso es una cuestión meramente personal.
Yendo al tema, pedimos un americano, un té y un tostado… Nos encantó la platería que emplean, el té viene en su tetera muy bonita y prolija, que es parte de lo que completa la decoración estilo antigua del lugar. Los tostados eran grandes, tanto así que los terminamos compartiendo entre ambas, e igual traían papitas y los bocaditos que venían con el café y el té.
Casi que quiero volver a ir al Colón sólo para tener una excusa para hacer la parada previa obligatoria ahí, que para mí se volvió religión.

No sabïamos cuanto iba a durar la obra del colon asique decidimos comer algo antes de entrar.
A una cuadra del teatro y con su mismo nombre, petit colon es un elegante lugar para desayunar, almorzar, merendar y cenar. Ppalmente en mi opinion psra merendar ya que tiene muchas infusiones, cafes.
Loa cafes con licores son de los mejores que probe. Tenian crema arriba espesa y chocolate.
El licuado de kiwi natural sin azucar agregada también es un plus del lugar.
Para comer variedad de sandwiches. El elegido nuestro fue uno con jamon crudo.
Y para comer de algo dulce fue un cheescake de frutos rojos.
Excelente todo, aunque el jamon crudo bastante duro y dificil de comer.
La atencion fue agradable. Sin duda para volver y probar demas exquisiteses del lugar

Food was fine. During three days in Buenos Aires, this was the only place we used our MasterCard, and within two days there were fraudulent charges on the card. At that time, their credit card reader was not working very well, so pay cash if you go.

Clásico, lindo, acogedor.
HORARIO: Mediodía
PRODUCTO: En precio. Relación precio/​calidad normal
CAPACIDAD: Moderada
LUGAR: Café en edificio estilo francés
FORMAS DE PAGO: Efectivo, débito, crédito.
Bueno, fui acá porque necesitaba un lugar tranquilo para almorzar que además tengan la opción de pedirme un plato light apto para resaca de comilona.
Fui al mediodía, llegué, me senté. Trajeron un queso crema con panceta que la explotaba. El pan estaba muy bien. Tienen gaseosas línea Coca Cola.
Plato principal: Pechuga grillé con vegetales asados.
La pechuga era diminuta, tenía los bordecitos quemados pero con mucho limón fue pasable. Los «vegetales asados» consistían en dos rebanadadas de 5 cm de diámetro aproximadamente, de calabazas asadas (un poco duras) con queso derretido arriba: no me gustaron.
El lugar estaba bastante concurrido, mucho abogado con traje y mujeres pitucas que salen rápido a almorzar.
Punto destacable: LA ATENCIÓN. Mozo siempre atento. Otro punto fuerte es el espacio: es cómodo y muy lindo.
El precio: Normal, tirando a carito. Lo esperable para un lugar así. Gasté $ 160.
A almorzar, no sé si vuelvo. Quizás a tomarme un cafecito.

Que lugar lindo! La verdad que las 4 estrellas son porque el lugar es precioso y la atención súper eficiente.
Frecuento mucho la zona, más de lo que quisiera la verdad, y nunca había entrado.
Fui con mi papa un miércoles a la tarde a tomar algo rápido.
Había bastante gente, pero no estaba repleto. Pedimos dos bebidas y un tostado y llegaron enseguida.
La bebida fría, el tostado de miga bien. La atención rápida.
Aceptan todos los medios de pago. Tienen medialunas y cosas dulces a la vista con buena pinta y salían unos buenos exprimidos de naranja.
También se puede comer, pero la verdad es que ni siquiera pedimos la carta.
Los precios un poco por encima de la media, pero no una locura.
La decoración del lugar es todo. Antiguo y señoras. Madera, tapizados, sillas bien cómodas y televisores como enmarcados. Es lindo ir aunque sea para tomar un café ahí sentado en un lugar tan porteño.

Para darse el gusto.
Desde su apertura en la década del 70, el Petit Colón se transformó en la base de operaciones y punto de encuentro para los espectadores que asisten al Teatro Colón. Y búnker para los letrados que trabajan en Tribunales durante la semana.
Está ambientado de forma exquisita, con paredes revestidas en madera, sillones de pana, elementos de bronce y arañas de alabastro, reminiscencias a una Belle Epoque porteña de la cual jamás formó parte, pero que engaña perfectamente a los comensales, haciéndoles creer que están bebiendo café en las mismas mesas que fueran testigos de la era de oro argentina. (Y créanme, uno DESEA ser engañado).
El lugar es bellísimo, ubicado en una esquina con vista privilegiada a la Plaza Lavalle y al Palacio de Tribunales.
La carta tiene una extensa variedad en Sandwiches y, si bien el café no me pareció para nada increíble, se les perdona (ES TODO TAN LINDO ALLÍ!!!).
LA SORPRESA: El precio. Al contrario de lo que creí al entrar, los precios son muy razonables. Es más, me pareció mucho más barato ir allí que a alguna cadena cafetera tipo Starbucks, y el lugar es único.
No se lo pierdan.
Saludos,
I.

El Petit Colón es un pedacito que sobrevive de la Buenos Aires de la Belle Epoque, cuando nuestra ciydad era «la París de América».
Enfrente del palacii de Tribunales, a una cuadra del Colón, la deciración del lugar honra a sus vecinos con sus moldyras, lámparas y madera, que distintas modernizaciones han sabido respetar.
Es caro, pero la experiencia estética y la excelente atención de mozos con oficio lo valen.
Café como nos gusta a los porteños (nada de lattes), distintas variedades de té de Tealosophy, repostería clásica. Todo de calidad.
Hay platos para el mediodía que parecen ricos. La música suave de fondo es casi imperceptible y no molesta. Buen wifi (contraseña petit505523) y mesas cómodas para leer el diario o escribir.
Súper recomendable para viajar a la historia chic de nuestra ciudad.
PD sentimental: de adolescente era la típica nerd que sólo iba al cine. Con mis amigos empezabamos tour de sábados cinéfilos en la Cinemateca Sha (en Hebraica) y la Lugones viendo clásicos casi regalados para terminar en el Ópera. Gran Rex, Broadway o Metro (cuando eran también hermosos cines con pantallas enormes que muchos jóvenes Unilocalers no deben haber disfrutado nunca). Terminabamos siempre en el Petit Colón, porque amábamos el aire clásico del lugar. Un homenaje a esos padres que nos bancaban esas salidas tan paquetas (si la relación de precios se ha mantenido), pues nuestros padres nos costeaban pequeños lujos.

Petit Colon es un lugar hermoso, de hecho es uno de los bares notables de la ciudad de Buenos Aires.
Toda su ambientación es estilo elegante. Sus sillas son de madera y esterilla y están tapizadas de pana color bordo, en las paredes hay madera, tapizados y algunos pequenos cuadritos con fotos de epoca. Tiene un sector con boxes y también mesas en la vereda. Frente a la barra se destaca una baranda dorada. Los techos con decoración e iluminación con algunas arañas y plafones.
Hay música suave, TV y wifi. Atienden muy bien y tienen productos de buena calidad.
Estuve tomando una lágrima con una factura especial que realmente era especial, suave, liviana y sabrosa. Me lo sirvieron con un scon de cortesía (muy rico) y una jarra de agua suavemente gasificada.
Venir es darse un gusto.

Hace rato quería ir a Petit Colón, la fachada del lugar me llamaba la atención y su nombre que hace alegoría al teatro también. Hoy tuve la oportunidad de ir.
El interior de Petit Colón es hermoso, recuerda mucho al teatro Colón como si fuera una extensión de este hecho café. Tiene una gran iluminación gracias a su extensa vidriera que recibe la luz solar y a la gran cantidad de lámparas y arañas en el techo. Cada uno de los detalles de la decoración se nota que están pensados y elegidos con cuidado. Como resultado hay un hermoso café.
Gran parte de su clientela en días de semana son hombres y mujeres de traje, lo que es de esperarse debido a su cercanía con tribunales. El ambiente no es silencioso pero tampoco muy ruidoso, se escucha el típico murmullo de grupos de personas hablando y chocando tazas con platos.
Fui de día pero me dieron ganas de ir cuando anochece. El estilo y ambiente del lugar me hizo acordar a un café sacado de «Medianoche en París», y la noche creo que lo hará aún más parecido.
Otro punto a favor es que los mozos son atentos y eficientes. Pedí una lágrima y me salió $ 31, estaba bien.
Seguramente volveré. Si te agarran ganas de viajar a París en los 30, entra. Con un poco de imaginación lo logras.

Experiencia europea en centro porteño!
Mozos old school… mesas comodas, wifi, comida variada y de buena calidad.
Esta emplazado en una esquina, al lado del Teatro Colon. Enfrente la plaza de Tribunales. Los dias de semana se llena de abogados y oficinistas, con lo cual es recomendable ir durante el fin de semana y asi apreciar con mejor detalle tanto las vistas como el diseño interior del local.
Una perlita de Buenos Aires creo yo…
P.d. Los precios son normales, no asesinan…

Es muy hermoso y tiene una vista privilegiada a la plaza. Está en la esquina del Teatro Colón, es súper elegante y el servicio es muy bueno. Te atienden muy bien y se nota que son mozos con oficio. Sólo vine a merendar pero la carta es bastante buena. No es barato pero es un lugar que vale la pena conocer y darse el gusto. Muy tradicional y bien ubicado. Un lujo casi europeo.

Un excelente lugar de reunión en un ambiente cálido.
Buen wifi. Muy buen lugar de reunión en el subsuelo.
Trato excelente, centro de reunión de turistas y abogados. Ideal para después del teatro.
A dos cuadras del obelisco su situación geográfica es ideal.

Amé muchísimo este café. No sólo por la vista y lo hermoso del local, sino también por lo que ofrece.
Fuimos un domingo a eso de las 6 PM, momento ideal para disfrutar de la tranquilidad de la zona y tomamos una infusión Calm con rosa mosqueta y un granizado de menta y jengibre, ambos deliciosos. La infusión venía en una pequeña tetera ya asentada, por lo que no hizo falta esperar para disfrutarla. El granizado era gustoso y muy bien servido, me hizo recordar a buenas bebidas indias que alguna vez probé. Mi té venía con petit fours, una porción de pan de nuez y otra de budín. Muy rico todo, muy bien presentado.
El único problema fue que el mozo estaba un poco disperso, pero se disculpa teniendo en cuenta la buena calidad de todo lo que pedimos.
El costo, sólo $ 107.- Increíble que sentarse en un lugar hermoso, disfrutar de una merienda rica y completa y ser atendido en la mesa sea más económico que ir a un Starbucks, por ejemplo.
Volveremos :)

Este es otro de los bellísimos bares notables que engalanan la Ciudad de Buenos Aires. Durante el verano cerró sus puertas y todos sufrimos pensando en que iba a dejar de funcionar y cambiaría en un negocio de zapatillas como en otros casos de cafés tradicionales. Pero no. Esta cafetería recibió una revalorización completa y hoy luce tan linda como antaño.
Su ubicación no puede ser mejor. está en el corazón de los Tribunales porteños, frente a la Plaza Lavalle. Es un lugar concurridísimo y sitio obligado si querés encontrarte con alguien por la zona.
La carta es tradicional. No hay mucha modernidad acá. Sirven cafés, tés, tostados, deliciosas medialunas y algún que otro alfajorcito. Los precios son bastante elevados. Pero a mi me gusta pagarlos cuando el producto que te venden es bueno y la atención es excelente. Los mozos son de oficio y están en esta esquina famosa desde hace años.

Los porteños compartimos un gusto común innegable: el cafecito. Parte de la idiosincrasia de la ciudad, las confiterías tradicionales locales son parte fundamental de la identidad local. Una de esas confiterías es Petit Colón, frente a la Plaza de Tribunales. A pocos metros del Teatro que le da el nombre al café y a una cuadra de la calle Corrientes, Petit Colón fue restaurada por completo hace poco tiempo. Su propuesta, tradicional y aunque algo antigua, si bien no plenamente vigente, no deja de gozar de una fama ganada antaño y un beneficio innegable por la zona en la que está ubicada [de solo pensar que está frente a Tribunales, el dicho «si esas paredes hablaran’ resulta escueto”]. El menú, típico de confitería, no pone tanto énfasis en platos principales sino en complementos: algo dulce, tostados, jugos, cafés y tés –aquí hay una oferta interesante y de buena calidad de la mano de Tealosophy-​; los precios son acordes con el barrio y la tradición del lugar [$ 35 un cuadrado dulce, $ 22 un café en jarrito] y los mozos son de oficio, lo que garantiza una atención de excelencia. Para probar un pedacito de historia porteña, pasar por Petit Colón es una parada obligada.