Este plaza la cruze hoy y me parecía muy lindo. Este zona esta muy tranquila y estaba pasando a comprar unos muebles. Después me senti en el parque a tomar unos mates y me gusto mucho. Es raro porque esta por la avenida alvarez thomas pero no hay tanto ruido ni trafico. Capaz porque era el fin de semana. Tienen una buena escultura y el parque esta muy bien mantenido. Podes correr por el parque porque la distancia es una cuadra y mucha gente estaban haciendo eso. Estas circa de kioskos y lugares para comprar algo para comer si tienen hombre mientras toman sol en la plaza. Como muchas plazas en la ciudad uno no va a buscarlo es mas si vives circa te colgas, pues esto es uno así pero me gusta mucho. No habia mucha gente y tienen lindo pasto para sentar y varios banquitos.
Lucia D.
Tu valoración: 4 Buenos Aires, Argentina
Conozco esta plaza desde que nací y debo decir que, salvo las rejas que la rodean, yo la veo igual. Es una plaza que ocupa el tamaño de una manzana y es el lugar ideal para pasar una tarde en familia o con amigos, sentados en el pasto o debajo de esas estructuras blancas a las que todavía no les encontré ninguna explicación. Hay un espacio de juegos para chicos(lamentablemente, también enrejado) que los espera para jugar diariamente. La plaza es hermosa, pero recomiendo no ir los fines de semana, porque se llena y no hay mucho lugar para sentarse. Un detalle para rescatar es que, a pesar de la cantidad de gente que la frecuenta, suele estar limpia y tiene tachos de basura bien dispuestos por toda la plaza. Si van con chicos, una última recomendación: los caminitos empinados son ideales para tirarse con la bici o el skate!
Luis O.
Tu valoración: 4 Buenos Aires, Argentina
El sol pegaba con la temperatura justa, entre un verano moribundo y una primavera celestial. Conjugaba todos los elementos en una plaza convencional. Cuando entré estaba el «pibe» jugando al futbol y perfeccionando el dominio con la esférica, de hinchada estaba la pareja de de ancianos mirando la juventud pasar, detrás de ellos estaba un banco abandonado, con un camino polvo de ladrillos con un sendero de flores y colores agradables para pasar el domingo. Los lugareños notaron mi presencia y percibieron acertadamente que no era del lugar, pero después de unas miradas exploradoras y demostrar mi intención inofensiva, siguieron con su vida disfrutando la suavidad de la plaza y personalidad tan amable del verde césped. La concurrencia era limitada, con mucho espacio entre los presentes, con sabores flamantes de color para todas las edades. Para entrar y salir tuve que esquivar una bicicleta con poca habilidad, una vez que me aparté dejando un espacio gigante y la bicicleta pasó exitosa, cuando retomó su dirección, un brillo del sol me choco con un rayo, y esa fue la última imagen que me quedó, hasta que me recuperé hasta un par de minutos.