La Prometida

No es comida vegetariana tiene la fachada y cobra demasiado. Pedí comida y me trajeron pura carne. Muy desilusionado…

El lugar es hermoso! Fui de noche, pero creo q de día, en el patio que tienen debe estar mejor aun!
Nos atendieron bárbaro!
La carta no es muy amplia, pero tiene un poco de todo, y todos los platos que pedimos fueron sabrosos.
El precio es un poco caro, tal vez porque tomamos vino y café, pero tampoco inaccesible.
Voy a volver!

Fui con mi novio un domingo al mediodía. Muy buen ambiente, la decoración vintage, y por sobre todo, la comida.
Las hamburguesas son buenísimas! Yo probé una con pollo en escabeche y mi novio una con arroz integral, muy originales y de muy buenos sabores! El Tartuffo de postre también es recomendable! Eso sí, empalaga un poquito.

Se come muy bien, los platos son abundantes y hay mucha variedad para aquellos que le gusta la onda vegetariana. Cocina natural y sana que es muy sabrosa, por precios razonables

Venía recomendada y la verdad, me decepcionó.
Antes que nada, dos cosas sobre su clásificación. No es vegetariano el lugar y es caro, bastante, muy.
fuimos el fin de semana largo. Llegamos y nos anunciaron los platos del día (que quedaban) y las 4 cosas de las 8 que hay en la carta que no tenían. Sandwich no porque no hay pan, las hamburguesas caseras salen al plato por la misma razón, no hay ravioles de calabaza, ni esto, ni esto otro. Ok, ya arrancamos medio mal.
El lugar está bueno, es el típico lugar que toma todo lo de la abuela y lo pone lindo, lo mezcla con algunos objetos modernos, lo patina y, siendo sincera, queda bien, muy bien. Pero lugares así hoy abundan.
La carta es corta, pocos platos y se achica más cuando la mitad no están disponibles. Para beber algunas otras cosas no había, así que cada vez se complicaba más.
Pedimos un salmón del día, venía en colchón de crocante de avena y unos ravioles de queso de cabra. El crocante de avena fue un desacierto absoluto, nada tenía que ver ese sabor a desayuno con el salmón del plato. Y, estimo qeu para lograr la crocantez, tenía un exceso de manteca que podría haber arruinado el hígado de cualquiera. El otro plato estaba bien, aunque con gusto a poco. El primer plato costó $ 150 y el otro $ 130.
Las gaseosas eran latas, de las chicas. 30 pesos cada una. Y el servicio de mesa $ 15.
Con propina gastamos $ 400 por dos platos y dos gaseosas, completamente ridículo teniendo en cuenta lo consumido.
Por supuesto, no acepta tarjetas. Qué fiasco todo, me vuelvo a amargar ahora que lo recuerdo.
no vuelvo, no lo recomiendo y voy a ir a buscar al que me sugirió que fuera para pedirle que me pague al menos la mitad de la cena: P

Rico. Casero. Lindo lugar y sabroso en sus sabores. Recomiendo.
El pastel de papa con carne cortada a cuchillo o la hamburguesa de lentejas son espectaculares.

Es un linda casa donde todo es fresco, natural y descontracturado.
La casona ubicada en la esquina en frente a la plaza con una ambiente y su comida también lo es. Los panes los hornean ahí y de hecho realizan cursos también y el de oliva la rompe. Ofrecen jugos que son muy ricos y naturales, variedad de ensaladas frescas, salmón, pollos y otros platos sencillos. Lo bueno es que en verano suelen sacar las mesas afuera y podes almorzar tranquilo en frente a la plaza que hacen feria de verduras y frutas y se genera un lindo movimiento tranquilo de vecinos que hacen sus compras.
Además de realizar los panes podés adquirir mermeladas raras y exóticas como la de berenjenas con chocolate, pero la verdad no sé si me animo a tanto, será cuestión de probar y quien dice que termine llevándome el frasco entero.

La Prometida es un restaurante de estilo más bien rústico que se caracteriza por su decoración y su excelente panadería y pastelería. El ambiente único es el resultado de la combinación entre la buena comida, la actitud relajada y agradable de quienes trabajan en él y los objetos antiguos que adornan las paredes del local. Botellas de leche, platos, vasos y cubiertos distintos para cada uno marcan algunas de las características peculiares que lo distinguen. Muy recomendable el pan de oliva e imperdibles los tés artesanales. Un muy buen lugar para salir un poco de lo refinado o sofisticado e ir a sentir el gusto de lo simple o lo hecho en casa.

La Prometida, también conocido por el local dentro del café Bardepán, queda en una esquina de Colegiales. De afuera no se nota la lindura que tiene por adentro que fue lo que me pasó a mí. Un día que estábamos rotando entre cafés con una amiga, buscando un lugar tranquilo para trabajar, decidimos ir a La Prometida. Es una casona grande y antigua con varias salas y dos patios. Los patios son de los antiguos con azulejos y tienen plantas, incluso algunas en una bañera vieja.
Pedimos unos cafés y una porción de tarta de manzana y abrimos nuestras compus. Desgraciadamente tuvimos que cerrar las compus porque no andaba el wifi para nada (nos dijeron que se les habían roto algunos cables en una tormenta). Igual, estaba increíble la torta y buenos los cafés. La torta era estilo francés con las manzanas y un caramelo hecho en l base antes de poner la masa — un tarte tatin.
También tienen comida y un menú del día que otras mesas estaban comiendo. Tenía pinta.
En fin, un lindo lugar para juntar con alguien para tomar o comer algo. Tengo dudas sobre el wifi.

Venía escuchando hablar de ella. De sus platos étnicos con una vuelta de rosca, de sus habitaciones rústicas combinadas con patios internos y de sus hamburguesas vegetarianas para comprar y llevar.
Prometía por sus críticas y cumplió. «La Prometida» es una casa bien de barrio en el tranquilo Colegiales. Con comida diferente, sana y natural, y de platos abundantes que salen rápido para que no te llenes con la panera y la pasta de garbanzos que te sirven cuando llegás.
Mi paladar MEGA recomienda: hamburguesa de trigo, remolacha, frutos secos y hummus.
Pulgar abajo: solo efectivo y te cobran el cubierto.

El sol pegaba con la temperatura justa, entre un verano moribundo y una primavera celestial. Conjugaba todos los elementos en una plaza convencional. Cuando entré estaba el «pibe» jugando al futbol y perfeccionando el dominio con la esférica, de hinchada estaba la pareja de de ancianos mirando la juventud pasar, detrás de ellos estaba un banco abandonado, con un camino polvo de ladrillos con un sendero de flores y colores agradables para pasar el domingo.
Los lugareños notaron mi presencia y percibieron acertadamente que no era del lugar, pero después de unas miradas exploradoras y demostrar mi intención inofensiva, siguieron con su vida disfrutando la suavidad de la plaza y personalidad tan amable del verde césped. La concurrencia era limitada, con mucho espacio entre los presentes, con sabores flamantes de color para todas las edades. Para entrar y salir tuve que esquivar una bicicleta con poca habilidad, una vez que me aparté dejando un espacio gigante y la bicicleta pasó exitosa, cuando retomó su dirección, un brillo del sol me choco con un rayo, y esa fue la última imagen que me quedó, hasta que me recuperé hasta un par de minutos.

No sólo está en uno de mis barrios preferidos de la ciudad-​Colegiales-​, sino que el lugar es precioso y la comida súper rica y casera.
Asumo que fue una casa antigua porque hay distintos salones o lugares donde sentarse, hasta hay algunos al aire libre. Siguiendo la moda de tener muebles y vajilla distintos, La Preferida hace un rejunte chic con iluminación moderna para decorar el restaurant.
La carta no es súper abundante, tiene pocos platos, pero todos son caseros y muy sabrosos. No hace falta que tengan más. La hamburguesa de lentejas con chutney de tomate y la limonada pegan muy bien juntos. También probé el pescado con couscous y se ganó mi aprobación. El ambiente que se genera es muy lindo y está bueno para hacer sobremesa.