Basílica Nuestra Señora de la Merced

Cuenta la leyenda que el verano pasado tuve que hacer un trámite complicado en el Banco Francés ubicado frente a esta iglesia y, en la desesperación, crucé la calle y le pedí a San expedito que me ayude. Agarré una estampita y la guardé entre la media docena de comprobantes impresos que llevaba conmigo. Pocos días después se produjo el milagro y el trámite salió más rápido que rata por tirante. Desde entonces, cada vez que salgo del banco me cruzo a pedir o agradecer, en un ritual que no corto por las dudas que el santo se me ofenda.
Hoy la visita me agarró con un poco más de tiempo y me dediqué a leer las placas en la pared de entrada. Vaya sorpresa: estaba frente a uno de los templos católicos más antiguos de la ciudad. Fue construido en 1721 y remodelado en 1894 y, como si fuera poco, fue desde su atrio (en 1806) que Santiago de Liniers dirigió el ataque a la Plaza Mayor, durante la Reconquista de Buenos Aires en la primera invasión inglesa.
Acá se casaron la afamada Remedios de Escalada y su honorable esposo, Don José de San Martín, y el primer presidente argentino, Bernardino Rivadavia. Claro, como no me iba a ayudar el santo después de tanto prócer pidiéndole proezas enormes por la patria. Actualmente en remodelación, de luz tenue, es un hermoso lugar para salir por 5 minutos del caos porteño.