Pasaje Carlos Gardel

El «Paseo del Tango» porteño es un circuito cultural con temáticas tangueras ubicado en el barrio del Abasto, en el pasaje Carlos Gardel al 3200, entre las calles Jean Jaures, Anchorena y Zelaya. Consiste en una cuadra que agrupa desde murales fileteados hasta estatuas a tamaño real de reconocidos próceres del 2×4 argentino. Entre ellos, se destacan Aníbal «Pichuco» Troilo y su Monumento al Bandoneón; Roberto «el Polaco» Goyeneche; Tita Merello, la morocha argentina; y el gran Alberto Castillo. Además, justo en la esquina del restaurant «Chanta Cuatro», se ubica el majestuoso monumento Carlos Gardel, cuya estatua tiene dos metros cuarenta de alto y está montada sobre un pedestal de granito rojo de un metro sesenta, sumando entonces el conjunto cuatro metros de alto, IMPRESIONANTE.
Se trata de un interesante mini recorrido tanto para los amantes del tango, como para los turistas que quieren conocer mucho más acerca de nuestra rica cultura nacional. Ideal para fotografiar, y autofotografiarse. La estrella de menos es por la maldita inseguridad, ya que se trata de un pasaje poco concurrido a pesar de que está ubicado a sólo una cuadra del Abasto Shopping. Ojo con las cámaras y los objetos personales!

Este lugar esta a metros de la estación Carlos Gardel del Subte B y del shopping Abasto que fue el que revivió esta zona. Casi todo lo que está acá cerca se llama Carlos Gardel. Este pasaje tiene de extensión una cuadra entre Jean Jaures y Anchorena.
Este lugar es ideal para los amantes del tango en general y de Gardel en particular porque se respira mucha nostalgia y hay bastante filete porteño.
En este pasaje esta el restaurante «Esquina Carlos Gardel» al que visito el propio Carlos Gardel con sus amigos. Hay un museo dedicado al cantante que se encuentra muy cerca sobre la calle Jean Jaures cuidado por la Asociación de amigos que también custodia este pasaje.
Lugar muy recomendable para todos los amantes del tango y del antiguo Buenos Aires.

Este pasaje tiene muchos años y vale la pena haberlo conocido hace tiempo y poder ver ahora la evolución por la que ha pasado.
Su longitud va desde Anchorena, en la esquina del mítico restaurante Chanta Cuatro, luego tangueria «Carlos Gardel», hasta Jean Jaurés, en ambos casos a la altura del 500. Una cuadra que ese cantante debió haber caminado muchas veces, pues vivía en esta última calle en el número 735, donde también lo hizo su madre, Berta Gardés. Luego en ese lugar, hoy museo, estuvo en la década del ’70 la tanguería La Casa de Carlos Gardel. El Zorzal fue algunas veces al Chanta Cuatro y a otros bares de la zona.
En la esquina de Anchorena está la estatua del cantor y placas en la pared del restaurante, además de flores que siempre dejan admiradores. Al frente siguió mucho tiempo un local de venta de artículos porteños y sobre tango para turistas
Luego, caminando para Jean Jaurés, se nota el cambio. Hace mucho tiempo había casas donde habitaban trabajadores del entonces Mercado de Abasto, tipo hoteles familiares, con habitaciones, denominados conventillos o «convoys».
Pero se fue el mercado en 1984, pasando a otro espacio en la provincia de Buenos Aires, y la zona quedó en el abandono, con problemas de seguridad, hasta que al transformarse el exmercado en shopping, en 1998, las cosas comenzaron a cambiar, aunque de a poco, pues eran catorce años de descuido y no se puede hacer todo en poco tiempo y por estos problemas habitantes del pasaje se fueron mudando.
Fueron demolidas algunas casas, quedando terrenos y algunas (no muchas) nuevas construcciones. Un escenario, pinturas en murales alusivos al tango, bancos y demás crearon un ambiente más amistoso a porteños y turistas.
En el número 3185 del pasaje, al escribir esta reseña, sigue en pie un edificio con habitaciones de vivienda, balcones antiguos y sensación de antigüedad pero con seguridad y solidez. En una de esas habitaciones, muy espaciada, está la marca del trabajo de la mutual de asistencia psicológica El Bancadero, dirigída por Alfredo Moffatt, un profesional luchador por la salud mental.
Este edificio tiene también pinturas y filetes en su pared alusivos al ambiente del barrio.
Algunos edificios más, uno de ellos de oficinas, y llegamos a Jean Jaurés, calle que todavía resiste a las grandes torres y mantiene edificios «de los de antes».
El Pasaje es visitado por mucha gente, no solamente porteños sino también turistas.
Es posible ver periódicamente algún espectáculo musical y también músicos aficionados, lógicamente intérpretes de tango.
En la calle se han puesto además maceteros con plantas y algunas estatuas.
Los fines de semana caminan por allí algunos visitantes del shopping. Además, el Pasaje puede verse en su totalidad desde los pisos superiores del exmercado, comunicando su arte y colorido.
La ambientación tanguera recuerda al barrio porteño de La Boca, aunque no hay tanta concurrencia como la que reúné aquel lugar.
Es una cuadra para recorrer, observar y recordar, a media cuadra de la avenida Corrientes, que para quien pasa apurado no tiene mucha importancia.
Pero si andás por la zona de Corrientes al 3100 pasar por esta cuadra te dejará una hermosa sensación con la inversión de unos minutos. Alberto Auné

Si levantás una piedra en el Abasto es muy probable que abajo diga Carlos Gardel. Tiene su estación de subte, su monumento y su pasaje entre las calles Tomás de Anchorena y Jean Jaures. Son cien metros a puro filete porteño y nostalgia, ideal para los fanáticos del tango.
En una de sus esquinas se encuentra el mítico restaurante «Esquina Carlos Gardel», antes llamado «Chanta cuatro» y frecuentado por el cantante y sus amigos. Muy cerca de ahí, por Jean Jaures, se halla el museo dedica al zorzal criollo, custodiado por la Asociación de Amigos, la misma que custodia el Pasaje.
El lugar es muy lindo pero el barrio no es muy seguro cuando cae el sol. Sugiero visitarlo a pleno día y dejar el auto en un garage. El morocho del Abasto te espera.