Este lugar tiene su ingreso, con la dirección legal, en Rivadavia 2431 y podemos salir al concluir su recorrido en L, por Azcuénaga 34, en el barrio porteño de Once. Quienes allí viven o desarrollan alguna actividad comercial tienen, además de la llave de su departamento, oficina o local, la de las entradas, con gruesos portones de hierro, habiéndose agregado portero eléctrico. Pero aunque nos parezca un lugar desconocido, es muy probable que lo hayamos visto y esté en nuestra memoria, lo que explicaré más adelante. El pasaje fue construido sobre el lote de la esquina entre 1890 y 1893 por la que entonces era una gran empresa, La Edificadora, que construyó varios edificios en la ciudad de Buenos Aires, pero luego quebró y fue comprado por Carlos Ambrosio Colombo, en cuya memoria se estableció este nombre. Su construcción tuvo como responsable al arquitecto Carlos Heynemann, quien trabajó en otras importantes obras, como el Museo de La Plata. Al entrar por Rivadavia lo hacemos en un camino de baldosa de cal, muy sólida, de las antiguas y sólidas, que llega a un pequeño departamento, destinado a portería, con acceso independiente, siendo similar a una garita pero más grande, junto a la pared, con su techo culminando en una lanza. Este pasaje tiene un subsuelo y departamentos, en plantas de cuatro pisos pero con no muchas unidades. Esta distribución se debe a que en la época de su construcción se buscaba crear nuevas unidades habitacionales, ampliando la capacidad de la Ciudad para nuevas viviendas, por lo que se crearon calles dentro de manzanas, naciendo así cantidad de pasajes. Todavía, por supuesto, nadie pensaba en las torres de departamentos de hoy. También hay locales comerciales que dan a la calle, de distintos rubros, algunos que permanecen y otros que cambian por vencimiento de contratos de alquiler. En 1997 el Pasaje fue declarado parte del patrimonio edilicio de la ciudad, evitando así modificaciones en su apariencia o alguna demolición para construir una torre. Mirar este pasaje al pasar por Rivadavia y Azcuénaga nos hace volver atrás en el tiempo. El portón se agregó bastante tiempo después de construido el edificio, por motivos de seguridad. Pero había señalado que es probable que el lugar esté en nuestra memoria, lo que podemos verificar si nos detenemos en la entrada de Rivadavia 2431 y miramos el ancho pasillo y los sectores de departamentos. Entonces recordaremos algunas publicidades por TV que fueron aquí grabadas, presentando el Pasaje como un lugar de ensueño, incluso en un caso como ubicado en París. Pero la realidad es ésta y podemos transportarnos en el tiempo y la distancia mirando una construcción de la ciudad de Buenos Aires. Alberto Auné