Un segundo piso con escaleras expuestas, un letrero grande en un costado de la pared que indica su giro y el manejo de colores en él hacen que la idea de un lugar de tatuajes se complemente correctamente. Tras subir las escaleras un salón grande y con buena iluminación se presenta a la vista, un espejo que abarca el ancho y largo de la pared izquierda con sillones bajos donde esperar por tu trabajo. En este salón los tatuajes se hacen pidiendo una cita con anterioridad y las perforaciones entre tiempo, con suerte en el momento en el que se llega o después de esperar un poco. Hay dos tatuadores que se encargan de cada nuevo trabajo, ambos amables y abiertos a las posibilidades del diseño nuevo, de ayudar a pulir una idea que se quedará en tu piel de forma permanente, las agujas se abren frente al cliente para asegurar su sanidad.