La primera vez que caí en un Chiltepinos fue la noche de año nuevo de 2013, allá en Rosarito, BC. Mi mujer y yo, junto con mi cuñado y su pareja, andábamos de vagos. Helaba. Desde entonces ir ahí se ha convertido en algo así como una tradición. Sé que trajeron la franquicia a Guadalajara no hace mucho. Aquí es la primera vez que vengo. Salí con la familia desde temprano. Así que a las 14:00 ya estábamos asoleados y sedientos. Se antojaba una cerveza fría. Pasábamos por Los Belenes y vimos el anuncio de un Chiltepinos y no lo pensamos dos veces. Llegamos poco después de que habían abierto. No teníamos hambre, así que pedimos alitas y quesadillas para botanear, junto con un par de tarros de cerveza oscura de barril. Para los niños ordenamos boneless con papas. El aderezo de la casa es soberbio. Las alitas tiene buen sabor. La quesadillas podrían mejorar bastante. Én términos generales el lugar está bastante aceptable, y tiene una atmósfera muy similar a la sucursal baja californiana de la que soy asiduo. Los precios son relativamente altos. Coloco cuatro estrellas por dos motivos: 1. La música estaba exageradamente fuerte. 2. Carece de un área de juegos para niños. Sé a qué segmento de mercado está dirigido el establecimiento, pero dichas áreas se agradecen siempre puesto que influyen tanto en la permanencia de quién como yo viene en familia, como de la cantidad que se consume. Ojo.