He ido como dos veces a este lugar. La primera fue con uno de mis amigos, el más «jipi» de todos, que sueña con hacer sus propias pulseras, venderlas y poder irse a la playa o algo así… Aunque de lo «jipi» que dice que es, nunca se decide a hacer nada a la mera hora, pero ya tiene todo listo. La segunda vez que fui acompañé a mi tía y una amiga suya, porque las dos hacen pulseras y collares como hobbie, y luego se los regalan o venden a sus amigas. Mi amigo se concentró en comprar un montón de hilos de muchísimos colores y piedritas igualmente variadas, la verdad es que se llevó una buena bolsa llena de cosas y se gastó menos de lo que tenía pensado. Yo no soy tan aficionado a estas cosas, en realidad, pero me la pasé bien. Tan bien me la pasé que me quedaron ganas de volver, pero ir con dos señoras fue mucho más exhaustivo, detallado y cansado. Lo que te puedo decir es que en ambas ocasiones salimos con bolsas repletas y los bolsillos no tan vacíos, así que es un buen sitio para ir a surtirte.