Cuando llegue a trabajar a Oaxaca vivía en un campamento con otros compañeros de trabajo, en este pueblo y por las noches, algunas ocasiones que salíamos a tomar una cerveza, íbamos a este bar, que es una palapa muy fresca y agradable, tienen una pantalla gigante en la que disfrutábamos mucho los partidos de fútbol, nos daban algo de botana, tenían buen mezcal, una rocola con muy buena música, en fin todo era ideal, algo raro es que en parte de atrás tiene una cancha de fútbol rápido en muy buenas condiciones, la cual le hacia el negocio redondo al dueño por que se la rentabamos y terminando como buenos futbolistas amateurs, ganáramos o perdiéramos teníamos que festejar con cerveza. Por teléfono le platicaba maravillas a mi esposa de este lugar, se había convertido en nuestro club deportivo y de sana diversión, mas adelante traje a mi esposa a vivir conmigo, y un día dando una vuelta por el pueblo le dije a mi esposa mira ahí es la penka, pero había algo raro, unas mujeres vestidas con faldas cortas y de forma extravagante, y una pañoleta con lentejuelas colgada en la puerta, mi esposa casi me mata, y es que yo no sabia que recientemente el lugar había cambiado de giro, al parecer los dueños quisieron darle un toque mas alegre, en fin no paso a mayores por que le conté como estuvo el asunto, pero ya no pude regresar a la penka, por suerte al parecer no les funciono el nuevo giro y volvieron a el concepto que tenian anteriormente.