Se dice que la vida de este local comenzó vendiendo zapatos de baile, conocí a alguien que aquí compró sus zapatos para bailar tango. Años después regresamos y descubrimos que el tiempo pasa y arrasa con todo. Eso de volver y descubrir a los zapatos de baile en un rincón, como una estampa nostálgica entre tenis y huaraches, es un evento que nadie quisiera vivir. Pero sucede. Aquí pasó, ahora no sólo hay zapatos de baile, sino pares que apartan su espacio en las vitrinas exclusivas a sus materiales de cuero o piel, tenis o pantuflas mexicanas y algunas novedades tecnológicas que por fortuna, solo se reservan para niños y niñas: tenis bota con leds en los talones. Aquí hay productos nacionales, duraderos y sin la frenética persecución por las marcas y su novedad, aquí los padres compran a sus hijos los zapatos que combinan con el bolsillo y la lista de utiles.