Tortas Arturo

De manera usual, errando por las calles, perdido acaso, sin rumbo, uno se encuentra con negocios que bien podrían ser un sueño; las decoraciones, ya sean horripilantes o divinas, el sabor, la calidad, las cucarachas que viven ahí como en el apartamento de Joe… en fin, muchas cosas pueden suceder en ese rincón íntimo, privado, accesible a muy pocos que pueda atraer nuestra atención. Sin embargo, en Tortas Arturo, la mejor experiencia que puede llevarse uno es, el paisaje. Dotado de imágenes brutales; parece más una carnicería que un negocio de tortas, los dependientes son fieros, igual que si los hubieran sacado de las luchas. Muy serios, quizá porque sus mesas se mantienen vacías y los únicos acompañantes resultan ser las moscas que danzan de trozo en trozo de carne. El local es frío tanto en clima como en diseño. La composición del lugar se asemeja a un viejo pantalón gris con parcheaduras. Tortas Arturo es un concepto muy complicado de entender, tal vez, imposible de abarcar. Es por eso que, aunque no se perciban clientes, el local se ha mantenido por más de 15 años.
A veces, sólo el fenómeno visual puede ser más impactante que el sabor de un alimento preparado. Aquí, en definitiva es el caso.