Si hay algo que me gusta, admiro y a pollo(a no, es apoyo jajá) cuando está bien hecho, es el buen uso y aprovechamiento de los espacios públicos. Recientemente comenzó un proyecto en la ciudad de México, el cual consiste en rescatar los espacios desaprovechados debajo de los puentes vehiculares. Uno de los proyectos que a mi parecer ha tenido más éxito es el puente de Xoco. Aquí se habilito una parte para albergar una nueva franquicia totalmente mexicana llamada Santo Gallo. Un lugar kitsch, que desde mi punto de vista, no tiene nada que ver su imagen e identidad corporativa con pollos rostizados(si no te acercas, lees el menú o ves los pollos en la rueda de la fortuna, en verdad puedes pensar que venden helados u otro tipo de comida). Sin embargo, en esta nueva línea de modernizar o rescatar negocios de comida tradicional mexicana, han encontrado un nicho con este alimento tan solicitado. No me mal entiendas, a final de cuentas el lugar funciona así como su imagen. ¿Por qué? Bueno pues porque atrae a otro tipo de consumidor, por otro lado han logrado mantener un costo considerablemente económico a lo que incluso estábamos acostumbrados a pagar por un pollo de este estilo. El menú consta de pollos rostizados y todos los complementos a los que estamos habituados. La diferencia ante otros, la presentación, la modalidad de ofrecer paquetes tipo la marca de la gran«M»(con todo y chesco incluido, no más que familiar) y definitivamente el precio. Me impresiono en verdad que después de observar la inversión que hicieron en branding o visualmente y además del equipo con el que cuentan, sus costos sean incluso más bajos que una rosticería tradicional de cualquier zona media. 65 pesitos un pollo rostizado entero. ¿Está bien no?