Psicoterapeuta humanista César Montesano

Porque cada cabeza es un mundo sólo puedo hablar desde el mío. Ese que, por cuestiones que ahora no vienen al caso contar, me llevó a terapia con una frase que hoy recuerdo con cierto bochorno por lo innecesario del preámbulo: «bueno, me considero muy positiva, pero…».
(¿?) El interior del paréntesis es, supongo, la expresión que debió poner César cuando la dije, para después permitir que me descociera en un tumulto de palabras y pensamientos con mis penurias, hasta llorar cual Magdalena frente a la cruz.
¿Por qué recomiendo a mi psicoterapeuta? Porque ante todo sé lo complejo que es enfrentarse a ese ente llamado YO, que procuré disimular cuando no encajaba con el enorme peso del «deber ser».
Es claro que hoy no tengo inconveniente en admitir que la situación que me llevó a él salió de mis manos, como el que reconoce que tiene una dolencia cualquiera y la atiende. De lo contrario sólo recomendaría a especialistas como el ginecólogo, dermatólogo, cardiólogo y otro tanto de «ólogos» con tal de no evidenciar que alguna vez busqué la ayuda de alguien que, más que ver por mis dolencias orgánicas, vio por mi estabilidad emocional, que ya de por sí es mucho.
Confío en él porque no me da recetas mágicas. Por desesperante e ilógico que parezca lo agradezco, pues un consejo me hubiese condicionado a regresar al «deber ser» que él me sugiriera, cuando en realidad sólo necesitaba verlo desde mi propia perspectiva. Ahora lo sé.
Y no lo cambio aunque la inflación pegue en su bolsillo y por lo tanto en el mío. No por simple costumbre, sino porque si algo recomiendo de él es su oído atento, paciente y sin juicio, además de la empatía, básica en cualquier caso.
Por otro lado, si necesitan datos técnicos, tiene maestría en Gestalt con más de 15 años de experiencia en desarrollo humano. Se especializa en parejas y niños de hasta 8 años, da terapias en grupo y trabaja síntomas, así como síntomas constantes ¿algo más?.