London Karaoke

Nos trataron fatal. Tienes que consumir 1500 pesos por 3 horas (más el costo) y sí quieres una hora extra son otros 1400 pesos. Además de que toodoo es en efectivo.

Ya van dos ocasiones que visitó este lugar y es un Karaōke maravilloso. Aquí no esperes un Karaōke donde pases frente a todas las personas del lugar a tirar un palomazo, aquí el concepto es que tu y tus amigos estén de forma aislada en una sala independiente por lo que si les da pena, aquí con sus amigos se sentirán en confianza.
El lugar esta bien ubicado, los precios de las bebidas están en un precio razonable, pero ojo, te cobran cada hora que uses la sala (las ultimas dos veces me han cobrado $ 250MXN la hora) y también siempre me han incluido la propina, así que verifiquen bien su cuenta.
También tienes que considerar que es uno de los karaokes más famosos de la zona, por lo que te recomiendo llamar y hacer una reservación con al menos un día de anticipación, deberás saber a que hora llegarás, cuanto tiempo estarás y cuantas personas irán porque siempre te solicitan está información.

Mi disclaimer básico: soy una tremenda loca del karaōke. Habiendo dicho esto, creo que London Karaōke es una de las mejores experiencias de la ciudad para ir con amigos y cantar hasta que se acaben la voz.
El formato del lugar son salas separadas, que se rentan por grupo. Generalmente funciona mejor reservar, haciendo un buen cálculo del número de personas que van a estar; de eso depende el tamaño de sala que te asignan. El repertorio es súper amplio y se actualiza seguido.
Conviene que el grupo sea grande, para que la división de la cuenta salga más amable, y calcular que, generalmente, a los cuates les da por quedarse una hora más de lo que programaban.
El servicio es disciplinado, están atentos a todo y (aunque no son amables «a la mexicana») siempre tratan de solucionarte lo que necesites.
El pero: la botana. Carísima y nada extraordinaria; si te mantienes lejos de ella te evitas muchos corajes. Fuera de eso, es el lugar perfecto para que vayas con un grupo de amigos con gustos musicales similares y pasen horas de mucha diversión cantando a gritos todo su repertorio sin interrupciones.

Es un lugar de la ciudad al que tienes que ir. Este karaōke se ha popularizado de boca en boca. Aquí rentas salas privadas con sillones multicolor y pantallas donde te puedes explayar a tu máximo nivel y sacar el cantante de cuarta que llevas dentro. Pueda pedir todo tipo de chupe pero te conviene más pedir paquetes de chupe con comida. Ya que te tomes unas cuantas, la comida sabe buena y tu voz comienza a superar la de Celine Dion, Sinatra o Ana Gabriel.
Pros: barato sí compras todo en paquete.
Cons: «no se pude fumar» y estas en un tercer piso plan fiesta y sin terraza… Recomiendo fumar de contrabando y sí son cachados por el coreano reirán mucho viéndolo hacer corajes. Noo paasaaa naaadaa!
Ojo: cuiden sus celulares y bolsas, etc. No me consta que sean los meseros pero la última vez que fui desaparecieron 2

Nunca en mi vida había ido a un karaōke. Mi experiencia más cercana era estar encerrada en mi casa con alguno de esos discos que venden en las tiendas. La idea que tenía de karaōke era un lugar tipo «My Best Friend Wedding» donde una luz en tu cara y un montón de gente gritando «¡Que cante, que cante!» era lo que, inevitablemente, te haría pasar un ridículo.
Gracias a mi maestro de japonés descubrí London Karaōke y me he quitado de la cabeza todas esas ideas sobre estos lugares.
Fue una experiencia extraña, pero divertida. Llegamos al edificio y entramos por un pasillo muy reducido para llegar a un elevador más reducido aún. Mi único pensamiento fue «voy a morir».
Al llegar al tercer piso, vi la entrada del lugar adornada con posters de las nuevas canciones (todo escrito en coreano) y se podían apreciar unas cuantas salas y escuchar un eco de gritos y cantos que provenía de su interior.
Mi maestro pidió una sala con música en japonés e inglés y comenzó la verdadera fiesta. Las salas tienen las paredes pintadas de manera divertida, del techo cuelga una bola disco y algunas luces de colores, en la mesa central estaba un control (nuevamente, todo en coreano), un pandero y un catálogo con muchas canciones a escoger. Al radedor y frente a la tele, hay sillones muy cómodos. El espacio resulta ideal para un grupo de unas 10 a 15 personas.
Fueron dos horas bastante divertidas y con música que satisfizo nuestros gustos, desde canciones de animé hasta pop inglés.
El precio me pareció accesible ya que se paga por hora y sala, no por persona, así que terminamos dando unos 50 pesos por las dos horas que nos quedamos.
Mis recomendaciones:
— No se dejen engañar por la fachada, no morirán.
— No batallen con los señores coreanos, su español es muy básico y sólo están ahí para recibirte y cobrarte. Sin embargo, son cordiales.
— Lleguen temprano o hagan reservación. Las salas son pocas y hay mucha gente.
— Junten a toda la banda, decidan pronto sus canciones y ¡griten!

Tal como una leyenda urbana, había oído hablar mucho de un karaōke coreano que se encontraba en la Zona Rosa.
Nadie sabía cómo llegar, ni dónde quedaba exactamente, si tenías que reservar o simplemente te aparecías y si en verdad existía, pero decidimos probar nuestra suerte. Buscando en internet encontramos que quedaba en la calle de Londres.
Llegamos al número 167 y no entendíamos cómo era que ahí había un karaōke, pero un buen samaritano nos indicó que subiéramos al tercer piso. Una vez ahí entendimos que la cosa era medio clandestina, pero no nos intimidamos y pedimos una salita. «No hay lugal, vuelvan alato». Decidimos ir a un bar mientras matábamos el tiempo de espera.
Ya medio entonados nos pasaron a nuestro «lounge». Nos dieron el control remoto y dos carpetas con cientos de canciones en español, inglés y hasta en coreano.
Con panderos, pelucas, maracas, muchas cervezas y botanas las casi 3 horas que estuvimos ahí se pasaron volando.

Una vez al año por lo menos has de venir a cantar!
En lo personal no me encantan los karaōke bar donde medio bar que ni te conoce te escucha cantar y viceversa… aquí puedes encontrar intimidad.
En la zona rosa en la calle de Londres se encuentra ubicado este edificio que si no conoces es un poco difícil encontrar.
El karaōke se encuentra en el interior del edificio y no hay algún letrero llamativo que lo indique. En realidad puedes preguntar ya estando ahí.
Una vez dentro del edificio subes al 3cer piso donde encontrarás «la recepción» del lugar.
Lo mejor es ir en grupo, dependiendo el número de personas que vayan te asignan un cuarto equipado con luz y sonido para cantar!
El karaōke puede llenarse mucho sobre todo los fines de semana a partir de las 10pm así que lo mejor es hacer una reservación.
Los dueños son coreanos y te atienden muy bien, hay paquetes de botella y botanas (las botanas son platos de fruta fresca y algunos cacahuates etc)
Vale la pena visitarlo, muchas canciones que escoger y diversión garantizada.

Si alguna vez soñaste con asistir a un típico karaōke coreano, con salas privadas para cantar con tus amigos y panderitos eléctricos, el London lo puede hacer realidad.
El lugar no es muy visible pues está «escondido» en un edificio que además alberga un restaurante y una estética. Incluso en la planta baja hay un karaōke llamado «Collage», lo cual no se debe confundir.
Además de canciones en koreano tienen una larga lista de éxitos internacionales en inglés y español, que podrás elegir con su complejo control remoto.
La renta de la sala chica cuesta $ 250 por hora y las cervezas $ 30 aunque ofrecen también paquetes cumpleañeros que incluyen renta, botanas y botella.
Es muy importante que reserves (y seas muy puntual) pues cada vez gana más fama y las salas se acaban.
Puedes llamar al 01 55 3201 2100 o bien reservar por medio de mensaje directo en su página de Facebook:

El «Londón Karaōke» es una de las experiencias más bizarras que he tenido en el DF, se han vuelto súper famosos estos Karaokes privados, que son como pequeños departamentos.
Los dueños son coreanos, entonces ya sabrán como es el trato con ellos… Entienden lo indispensable, traen las cosas muy rápido, solucionan y te cobran hasta el último centavo.
El concepto es que en el edificio donde se encuentran, hay tres habitaciones, son las que vi, y en cada una de ellas hay una fiesta distinta. Entonces depende el número de invitados es la habitación que te dan, en una pequeña caben 10 y hay otra más grande donde caben entre 20 y 30 personas. Lo padre del lugar es que pues es como si estuvieras en una casa y no tienes que escuchar a todos los que quieran cantar sino sólo a tus amigos, y no se escucha nada, prácticamente es un Karaōke privado con servicio de bar, ya que ahí mismo pides tus bebidas o lo que quieras comer o botanear.
Está padre el concepto, además creo que se está poniendo de moda y no es nada caro y vale la pena, para todos esos amigos que les encanta.