Librería Porrúa

Precioso espacio, entre libros, árboles, frente al lago. Las bebidas y los alimentos suficientemente bien, lo que destaca es el lugar.

Un oasis entre el caos de la ciudad. Agradable para pasar una mañana leyendo y concentrado con una vista maravillosa y un buen café, rodeado de libros (esos claros objetos del deseo)

Oh no, este es un caso de sentimientos encontrados. Quedé de ver a una amiga en este café, me tuvo que explicar que esta detrás de un café famoso instalado en la entrada y al fondo de la librería Porrúa. Tantas veces pasé por esa puerta de Chapultepec sin detenerme a investigar qué pasaba ahí, me sentí mal por que nunca he visitado el Bosque para un paseo, ni siquiera ahora que tengo una hija, caray, ¿qué paso en mi vida? Suena despiadado pero a Chapultepec iba cuando el presidente en turno iba y en mi trabajo (el periódico) me enviaba a cubrir el evento. En fin.
El sitio es lindo, pisos de madera, estructura metálica y ligera que se integra con árboles en su interior. Hay unas hermosas mesas tejidas que ofrecen una her-​mo-​sa vista al lago con sus patitos. Además la librería Porrúa esta repleta de títulos novedosos, raros y actualizados.
Lo que me pone mal es la sección de «niños», hay una mesita para que los críos se sienten a … no sé a qué, porque no hay libros abiertos para que los ojeen, tampoco pueden llevar su frappé a esa minimesita, ¿entonces?. Tienen unas escaleritas de colores y una «resbaladilla» forradas en un material tipo formaica que es un TERROR. Es de lo detalles espeluznantes del sitio, esta area es un riesgo para cualquier infante porque la calidad del material ha convertido en una verdadera pieza de mantequilla las escaleras que no faltan niños y adultos que resbalan ahí. Y la «resbaladilla», da para un episodio de «cuando los juguetes se vuelven malos», es mortal.
¿Volvería? Claro. Porque es un sitio único para tomar un té con la mejor vista de la Ciudad, pero temo que no hay compromiso con la lectura al descuidar la sección para los más jóvenes del hogar.

Un ejemplo perfecto de negocios que interactúan con el entorno y al mismo tiempo resultan atractivos para todo público. Esta sucursal de Porrúa es una delicia para los sentidos, principalmente la vista y el oído.
Su arquitectura y diseño de interiores abren espacios y estimulan la lectura. Es un precioso lugar que invita a disfrutar el pasar de las horas sin preocupaciones. A un costado de la «sala principal» se halla una sala de lectura en la que puedes sentarte a disfrutar tus compras mientras tomas café rodeado de la vegetación del bosque de chapultepc. A momentos olvidas que estás en medio de una de las ciudades más pobladas del mundo, así de poderoso es su encanto.
Es uno de mis lugares favoritos para leer. Lo recomiendo ampliamente.

La primera vez que me encontré con éste lugar fue un día que salía del Museo de Antropología e Historia, me llamó la atención la fusión entre los libros y el retorno de ellos a su origen, me refiero a los arboles cubriendo esta tienda resulta bastante atractivo.
Porrúa por si sola tiene una trayectoria larga en las librerías, además tiene sus propias promociones, por ejemplo, si eres estudiante puedes recibir una tarjeta con la cual de darán el 10% de descuento en toda la tienda o bien si eres profesor el 15% de descuento.
En cuanto a esta sucursal, se las recomiendo mucho porque continuamente hay eventos como presentación de libros o convivencias con los escritores, lo cual resulta muy agradable para darse una vuelta tranquila por estos lugares cerca de Chapultepec.

El día que la conocí todos me había salido mal. Fui al museo de Antropología e historia para ver la nueva exposición de los mayas y a una cuadra me enteré que la expo no era ahí. Ya estaba ahí así que pensé: «hace mucho que no entro a las salas fijas». Caminé de metro auditorio al de Antropología decidida a convivir con mis antepasados y cuando llegué: Cerrado porque está el presidente ¡¿qué?! El tipo no lee pero ahora resulta que ¿viene a museos? En fin, tenía frío y me andaba del baño así que alcancé a ver a lo lejos una librería y supuse habría baño ahí.
No sólo encontré un baño, encontré la librería más bonita que he visto jamás. De esos lugares que parece que sólo existen en las películas: libros, café, sillones y un lago. Sólo me faltaba Brad Pitt para completar mi cuadro perfecto.
Sillones de diferentes materiales, acabados de madera, paredes de vidrio, lo rústico y lo moderno unidos en una arquitectura simple, limpia, que invita a la lectura, a una buena plática, a desbordar tus pensamientos. La vista al lago ya es la cereza del mejor pastel.(¡cómo si no fuera ya perfecto sin eso!) Un lugar al que de verdad desearías mudarte. Me entristece que no me quede caminando.

La cafetería: Si hay un café-​restaurante con una linda vista en el Distrito Federal es éste; casi podría decir que uno se olvida de estar en la ciudad sentado a las mesas de este lugar, en la parte posterior de la librería Porrúa; puesto que así, de frente al lago de Chapultepec, con el viento del bosque y rodeado de árboles, la urbe se distancia un poco más de lo estrictamente cuantificable.
La verdad es que nuestra ciudad es polifacética y lugares como éste también la caracterizan; mientras que hay mesas en una terraza a un nivel que se eleva sobre el del lago, hay otra área, que usualmente es más concurrida, a la misma altura que éste, y las mesas casi lo bordean. En esta misma área algunas mesas tienen sillones a su alrededor, de manera que el lugar se envuelve en una mezcla de ambiente natural y comodidad, ideal (mientras no llueva) para ir acompañado o para la lectura en plácida soledad.
El café es bueno, y aunque los alimentos (que en síntesis comprenden baguettes y ciapatas con distintos ingredientes) no son vastos, los precios no se elevan; pero tampoco diría que es un lugar precisamente accesible.

Este lugar es relativamente nuevo, se encuentra a orillas del Lago Mayor de la 1era Sección del Bosque de Chapultepec, es perfectamente visible mientras se transita por Paseo de la Reforma. Su diseño salta inmediatamente a la vista por ser moderno y amigable con el entorno, sus enormes paredes de vidrio proporcionan, además, la sensación de espacio. En pocas palabras, a uno sí le dan ganas de darse el tiempo para escoger qué comprar en un lugar así, aunque también les comento, no es la librería mejor surtida de la cadena.
Por cierto, la cereza del pastel es el café que se encuentra a orillas del lago, y que es parte de Porrúa. La vista invita, irremediablemente, a sentarse y disfrutar de una buena bebida, con un poco de suerte, de un cielo despejado y, ¿por qué no?, de un libro recién adquirido.