Siempre he sido muy cauteloso y reservado para comer mariscos en la ciudad, pero en la marisqueria La Ribera de Santa María no tengo ninguna preocupación. Comenzó como una prueba y se convirtió en un lugar habitual para comer con mis amigos. Siempre nos reciben con mucha amabilidad y una tostada de cortesía. El menú es muy variado y no solo tienen mariscos sino también pollo y carne roja. Las raciones de cada platillo son muy copiosas, podrías quedar satisfecho sólo con ordenar una entrada. La preparación de los platillos es muy higiénica y con muy buen sazón. Tienen cerveza fría, refrescos y coctelería muy variada. Hay una pista de baile en el centro del lugar y la música proviene de una rocola con un buen repertorio. Aparentemente no es un lugar muy concurrido por la tarde, pero por la noche el ambiente está muy bueno.