La Peninsular

exelente!!! remodelado!!! agradable lugar!!! buena cocina, tamano mediano lugar, servicio de 8 pero vale la pena, las bebidas y costos no son caros!!! de $ 50 a 65 un wodka y los platos grandes oreja de elefante de $ 80 a 110
vale la pena!!! hay musica viva a las 16 hrs biennnnn
fui agosto 2015
saludos!!! provechoooo,

La Peninsular es una de las cantinas que siempre me han parecido un aula, en sus mejores tiempos este sitio habrá sido de los más bravos, pero también de los más nobles, imagínense que fue la primera cantina en permitir el acceso a las mujeres. Aquí se pueden comenzar las borracheras o curar las crudas, insisto que el sitio es como un aula, porque aquí aprendí a jugar cubilete aunque también hay domino, pero ese ya lo tengo bastante domesticado. De los días en que me paré por ahí para rehabilitar mis sentidos, aprendí a hacer el famoso Bull, sabio remedio para traer de vuelta el espíritu perdido por el exceso de alcohol y aliviar el cuerpo, en un vaso jaibolero se pone limón, ron, vodka y cerveza negra, joya de la barra directo al bienestar de la humanidad. Muchos de mis recuerdos en La Peninsular sucedieron entre las botanas y las bebidas que venían desde la barra, pocas veces me quede ahí a ver a que hora cerraban pero si fui de los parroquianos que entraban después de levantar la cortina, junto con el bolero, el vendedor de lotería o uno que otro más crudito que yo y mi compañia. Ahora su nuevo diseño, su elegante barra y su hermosa vajilla, es como si le hubieran puesto un frac a lo que me parecía una taleguilla después de una tarde de domingo. Entrañable, ahora moderna.

En La Peninsular conocí un infalible remedio pora las crudas más penosas. Juan Antonio Romano, entonces dueño y heredero de la cantina, me compartió la receta luego de que algún amigo cayera dormido y perdido sobre una de sus mesas. Un poco de tequila, un poco de anís y cerveza, mezclado en un vaso cubero y que se lo beba de un sólo trago, dijo Juan Antonio. El «levanta muertos» no sólo despertó a mi amigo, también le hidrató el organismo y lo salvó de una cruz infernal.
Desde entonces le tengo cariño a este sitio que trata a los borrachos con respeto y dignidad. Olvidémonos del mérito de ser la cantina más antigua del centro histórico. Olvídemonos de Lucha Reyes que solía cantar y emborracharse aquí. Olvídemonos también de películas como el Callejón de los Milagros, que fue filmada aquí adentro. Me niego a pensar en la Peninsular como un vestigio arqueológico. No es su pasado lo que la vuelve memorable, sino su capacidad de crear un tiempo aparte que apuntala el presente, su propio ritmo. Su barra de seis metros, su botana infalible, los tríos que amenizan las copas, los chamorros y las puntas de filete, las paredes ahora remodeladas, el barrio de la Merced que lo rodea. La Penínsular es sin duda, y a pesar del glamour y de las altas expectativas que se le cuelgan por su antigüedad, una de las mejores cantinas de la ciudad.

Con la clausura de la cantina El Nivel, La Peninsular ha tomado el trono como la cantina con más antigüedad de la ciudad de México. Justo en la calle Corregidora y metida en el corredor Alhóndiga, esta cantina aunque excelente, ha perdido su encanto.
A la fecha La Peninsular está radicalmente remodelada, haciendo de esta joya histórica algo que podría rayar en lo genérico. Uno al entrar va con la expectativa de ver barras antiguas, madera manchada, mesas y sillas que han visto un sin fin de historias. Pero te recibirá una barra totalmente remodelada y moderna, luces neones tipo antro, proyecciones y grandes pantallas planas para todo los que vienen a ver el box o el futbol.
Eso si, el servicio aquí es inmejorable, los meseros te traerán todo rápidamente y ofrecen una buena opción de tortas (recomiendo la de pierna) y otro tipo de antojitos para acompañar tus tragos.
Si buscas una experiencia de cantina antigua tal vez este lugar te decepcionará, pero creo que es una parada obligada en tu tour de cantinas de la ciudad; de que te la vas a pasar bien, te la vas a pasar bien!

La Cantina La Peninsular se pelea la posición de una de las cantinas más viejas de la ciudad, está abierta desde 1872. Documentos indican que de un lado de la cantina pasaba un canal que conectaba Xochimilco con Chalco y Milpa Alta.
La abrió un español que ya la ha heredado a dos generaciones. Por la zona es muy conocida y así como se paso de padre a hijo, también han cambiado las generaciones de comensales.
La comida es buenísima, se recomiendan los chamorros, las puntas de filete, la cecina (mi favorita) y los tacos dorados. Pero como buena cantina la especialidad de la casa es un alcohol.
Anteriormente fue un lugar que recibió a periodistas, artistas, presidentes, burócratas, académicos y activistas.

Aquellos aires de ser una de las cantinas más viejas de la Ciudad de México, dejaron un rastro sólo en las anécdotas de los parroquianos que solían visitarla.
Hoy, es un espacio totalmente renovado; paredes revestidas, decoración más al estilo de restaurante bar, con una vistosa barra en donde impecables chefs uniformados, preparan exquisitas especialidades de la gastronomía mexicana.
Luego de haber permanecido cerrada unos meses, La Peninsular reabrió sus puertas para dar la bienvenida a sus clientes, con un ambiente totalmente distinto. Sin olvidar las tradiciones de la vieja cantina, aquí se siguen sirviendo los mejores tragos, acompañados de suculentos platillos que no puedes dejar de probar.
Si caminas por el corredor Alhóndiga, tendrás que llegar hasta la esquina de este pequeño callejón con la calle de Corregidora. Entre el bullicio y la vendimia de los puestos callejeros, podrás encontrar la entrada de este establecimiento que, según registros, abrió sus puertas en 1872.
Regresé a La Peninsular, en compañía de unos amigos, tras varios años de no visitarla. La atención es muy buena, los tragos excelentes, y la comida mucho mejor. Yo pedí unas enchiladas de pavo con mole, mi amigos cecina asada y enchiladas de cochinita pibil. Les recomiendo que si la visitan no duden en pedir estos platillos que son de lo mejor.
Aunque los precios son elevados, ten por seguro que lo que pidas a tu mesa te dejará completamente satisfecho. Los platos son bien servidos y la atención excelente.
Su carta de bebidas es muy variada, por lo que tendrás de dónde escoger si quieres tomar cerveza, mezcal, tequila, ron, o cualquier trago que te apetezca.