La Casa del Pan es una panadería cuya vistud es el trato amable, algo que siempre se agradece cuando uno va por sus bolillos para la torta. BUeno, en realidad se agradece en todos lados a donde uno vaya. LA señora que despacha es muy agradable, siempre pregunta«¿Ya va a cenar, joven?» y te alegra el momento. Los panes son algo caros, quizá por la zona, quizá porque saben bien ricos, pero pues vale la pena pagar y llevarte el plus de la sonrisa de esa señora. Aquí venden unos rollitos rellenos de jamón y queso, chiquitos, pero deliciosos.