Conocí este modesto local gracias a la reseña de Alonso Ruvalcaba, quien me convenció al narrar: «Su dueña y luego la hija de esta hicieron hamburguesas minúsculas hasta que a Bimbo se le ocurrió la brillante idea de desaparecer los bimbollitos. Ahora son tamaño normal, aunque suficientemente delgadas para comerse dos. Les ponen una salsa secreta picosita que, junto al escabeche de pepinillos, es toda su personalidad. El Hollywood(Insurgentes Sur 407) avanza hacia su desaparición desde 1962, pero la ciudad se aferra a él como una enfermedad se aferra a un cuerpo generoso. Qué triste es todo –y qué bonito». Así, esta hamburguesería entró de inmediato a los pendientes Carnosaurio. Y no decepcionaron. No me tocó la salsa secreta, ni el escabeche, pero sí la sencillez de las hamburguesas: nada ostentosas, pero en su punto, jugosas, sabrosas, listas para comerse en dos bocados con papas a la francesa naturales y recién preparadas. Un lugar que, en efecto, respira nostalgia desde la primera visita. Kudos para: las personas que atienden, pues son muy amables.
Ivan R.
Tu valoración: 3 Mexico City, México
No son la gran cosa pero la razón por la cual guardo cariño hacia este pequeño puesto hamburguesero es porque ofrece aros de cebolla como alternativa a las papas fritas y sus aros además están bien sublimes, saladitos y bien condimentados, por alguna razón son crujientitos. La verdad es que la hamburguesa fue más una excusa para pedirlos. La burguer no es mala pero la de pollo que pidió mi roomie me supo más rica. Tuve que pedir la fuente original de catsup porque el dispensor que tenía al alcance la tenía muy rebajada. Eso no se hace, pero un detalle que fui capaz de perdonar. El pay en serio no vale la pena. De hecho salvo los aros de cebolla que llevaré por siempre en mi corazón(y en mis gorditos) no entenderé cómo sobrevive este localito.