Guarderías Gigi

A guarderías Gigi llegué porque el hijo de mi hermana iba ahí. Tuve discusiones con ella por el motivo de inscribirlo ahí y el por qué ella no se hacia cargo personalmente de su educación si apenas era casi un bebé, la respuesta por simple no me parecía obvia: tenía que trabajar y el marido, o sea mi cuñado, también y si solo uno lo hacia no alcanzaría para pagar el montón de deudas que tenían. Empecé a ir por mi sobrino para descubrir que lo trataban como un pequeño rey. La atención que le brindaban no solo era asistencial y formativa sino iba a lo nutritivo; recibía un menú preparado por una nutrióloga, que iba a ir cambiando de acuerdo a la edad que fuera adquiriendo, además me di cuenta que sus maestras o cuidadoras se tomaban muy en serio aquello de demostrar afecto a los alumnos. Lo abrazaban antes de salir y mi sobrino se veía feliz y muy adaptado al lugar. Llegó el momento en que tuvo que pasar a otra escuela y fue verdaderamente difícil para que el niño se desapegara a su guardería. Para mi familia, quien encontró en guarderías Gigi compromiso y calidad fue encontrar la mejor solución en el momento indicado, una solución por cierto, que lleno de cariño a mi sobrino y lo ha hecho un buen niño.