He conocido muchos tipos de estéticas y salones de belleza, desde los que tienen spa incluido y bebida gratis, hasta los que son programas de las delegaciones de corte a 10 pesos, pasando por estilistas que presumen sus diplomas de cursos en el extranjero hasta aquéllos cuyos estudios son cursos de una semana. La verdad, lo que me importa es que la persona que me atienda sea amable y sincera, que sepa escuchar lo que me gusta y de consejos a lo que me va bien y que sepa hacer su trabajo. Si a eso, le suman un precio barato, ya me convencieron. Y eso fue lo que pasó con Nicteha. No había notado esta pequeña estética de la calle Veracruz, a dos cuadras del Periférico, hasta que me la recomendó alguien de la familia. Es un salón muy pequeño, sólo tiene para atender a dos personas y una pequeña banca para la gente que espera, sin embargo, una vez conociendo el servicio, el tamaño y ubicación se olvidan. Las personas que atienden son de lo más amable. El señor que me cortó el cabello dejó que le explicara lo que traía en mente y luego lo ajustó a mi rostro y tipo de cabello. Durante el proceso me fue dando pequeños consejos sobre productos y corte y respondía a las dudas que tenía. Me gustó porque no soy muy fan de los estilistas que hacen la plática, que quieren chisme o que se la pasan dándote consejos que suenan más a crítica. La dueña del lugar es también muy amigable y, según me dicen, es igual de buena en su trabajo. El lugar vale la pena, es barato, nada ostentoso y bueno.