Saint Michel

Existen leyes universales con los franceses en esta vida. Por ejemplo, si eres de espíritu revolucionario, tienes que leer los ensayos de Foucault del 68; si vas a tener un amante, tiene que ser francés; si vas a insultar a alguien, tiene que ser en francés y si vas a engordar con pan, el pan TIENE que ser francés.
Como yo si entiendo de leyes y las respeto, el pan que me atasco es de Saint Michel. Los quiché de espinaca también son un encanto al paladar, pero si ya fuiste y no pruebas los croissant es como si tu amante fuera francés, pero que del faje no pasas.

Me encanta cuando a Mony le da por ponerse gourmet porque trae comida bien rica a la casa. En esta ocasión fueron panes, panes franceses. También trajo unas especies de tortitas que todavía no se pronunciar pero que son de espinacas y saben horrible. Por más que mi mamá me ponía a ver Popeye cuando era chiquito, nunca me pudo convencer de comerme esa hierva verde horrible.
Una vez la acompañé a la tienda y me quedé blanco cuando vi los precios, de haber sabido que costaban tanto, los hubiera disfrutado más.

Adoro la pastelería francesa, sus tartas de frutas, sus panes con chocolate, sus croissants y eclairs. Y aquí he encontrado mis croissants de chocolate favoritos, su textura es crujiente y suave a la vez, con un relleno discreto, como suelen ser los típicos «cuernos». Rara vez aguanto no darles una mordida al salir de la tienda, al menos oler el pan al abrir la bolsa.
Tienen además un extenso surtido de macarrones, con sabores variados y combinados como lavanda, café, nutella, etc. Incluso tienen un día del macarrón e invitan a chefs a hacer su propuesta de sabor, un ejemplo fue el de mole, el de yuka, y el de limón con chía.
Por si fuera poco, también tienen propuestas de pan por temporada, por ejemplo hicieron su propia versión del pan de muerto, no era muy parecido pero se inspiraron en el para hacer un pan único.
Tienen también panadería, con las infaltables baguettes, y otros panes típicos franceses.