Café Espresso

Si son como yo, nada conocedores del café, podrían sentirse un poco intimidados. Al menos eso fue como me sentí cuando fui, estaba solo, pedí un americano.
En otra mesa comentaban sobre un café que habían comprado antes para llevar y que muy bueno… decían más cosas pero como seguía a conversación no recuerdo.
Despúes pedí un exprés y también me gustó, tardé en tomarlo porque me costó acostumbrarme al sabor pero lo disfruté.
Si saben de alguien a quien le encante el café y ande cargando su termo para todos lados, diganle que visite este lugar, seguro se los agradecerá.

Durante años he venido a este café; estudié en el Instituto Nueva Galicia, que quedaba cruzando Enrique Díaz de León. Varias veces me quedé a tomar un café con alguna amiga para platicarnos chismes o simplemente por antojo.
Hace poco, este año, fui a ver algo de mi asesoría de tesis, por Hidalgo, a unas calles de este lugar. Ya que acabé, me moría de hambre porque no había desayunado bien. Sin pensar en llegar a comprar algo, caminé por Enrique Díaz a mi parada de camión. Cuando vi el café, me asomé a ver qué había de comer y vi una crepa, a 17 pesos. No lo pensé dos veces y me metí a desayunar.
Estaba una mujer, la que siempre atiende, y le pedí la crepa. Me senté a esperar y ya me la sirvió con un tipo de aderezo. Para ser de 17 pesos, no estaba mal. En realidad estaba bien, solamente que la masa era un poco gruesa y seca, pero con el queso y el jamón, se le quitaba un poco. Luego vi un pastel de chocolate y compré una rebanada, eso estaba muy rico.
El café, que también he probado, probablemente no sea el mejor del mundo, pero es rico. Todavía mejor que el sabor, lo que más me agrada es que la señora es muy amable y muy atenta con sus clientes. Cuando fui, yo era la única del local.

Este pequeño café está medio escondido pero una vez que lo encuentras definitivamente te enamora. Yo fui por primera vez con una amiga que ya me lo había platicado. El local es muy chiquito, como largo y está decorado con cuadros de obras de arte clásicas y una que otra foto o cuadro hechos por el dueño, o bueno, un muchacho que solía trabajar ahí, no recuerdo porque me platicó la barista pero no me quedó claro.
En fin, el café es riquísimo y los precios son muy razonables. Por lo general yo pido café americano, que cuesta 17 pesos, pero también venden capuccinos, malteadas, postres y hasta desayunos.
El servicio es muy bueno, lo atiende una señora y una muchacha, muy amables las dos, ya mencioné que hasta me hicieron plática.
Además venden el café molido para que te lleves tu lote a tu casa, si eres tan fanático del café como yo y si no pues también para que te despiertes rico en las mañanas.

Caminando por Enrique Díaz de León en la zona de la colonia americana (si de cafés, restaurantes y bares se trata, esta colonia abunda en ellos) me encontré con este lugar pequeñito, pero sorprendente.
El café Espresso es un lugar pequeño, como ya había mencionado, pero con gran personalidad. El sitio ofrece uno de los mejores cafés de la zona y a precios muy razonables. Además cuenta con opciones ricas y sencillas para desayunos: como crepas, dulces o saladas, sándwiches o baguettes. Ya he ido a desayunar en un par de ocasiones; el servicio no deja nada que desear y la comida es muy sabrosa.
Con todo, lo mejor del lugar es su café: fuerte y aromático. También venden el café recién molido. De tueste propio y con una buena relación cantidad-​coste. En serio, si te gusta mucho el café, no puedo dejar de recomendar que lo visiten y que hasta se lleven su bolsita de café a casa.