Restaurante Enrique

Triste ver que un lugar tan tradicional tenga el peor servicio, lleno de meseros platicando y la comida fria por esperar tortillas, no limpian la mesa, y nos fuimos sin que llegara el café. Los meseros se hacen los sordos aunque te esten viendo, desesperante y para no querer regresar

Sería extraño encontrar un día con poca influencia a «Enrique», un restaurante especializado en comida mexicana. Altamente recomendable para pasar un ameno día junto a tu familia o alguna comida laboral.
Al llegar, notarás que está dividido en tres secciones, uno en donde puedes llegar y pedir algo rápido para llevar, como alguna torta, tacos o churros.
El área de buffet, el cual funciona los fines de semana, es uno de los mejores que he visto, con una amplia gama de opciones para el desayuno y comida.
O si lo prefieres puedes ordenar a la carta, algún tipo de entrada como las sopas (la sopa azteca, crema de huitlacoche o flor de calabaza, mis favoritas), para continuar con algún tipo de carne o pescado (los camarones a la diabla son geniales) y terminar con algún postrecito (yumiiiii, chongos zamoranos).
Una de las cosas que representan a Enrique además de la comida es su espectáculo en vivo, como el mariachi o el piano.
Algunas de las cosas que te pueden desesperar tal vez es la estacionada, al estar ubicado en una de las avenidas más transitadas, aunque cuentan con valet parking, esto en la mayoría de las veces es tardado.

A este restaurante le daría 5 estrellas, si no fuera porque cuando está lleno de gente, el servicio tiende a ser un poco lento y los meseros se confunden un poco, pero en realidad es uno de mis lugares preferidos cuando quiero pasarla en familia, probar buena barbacoa y escuchar música vernácula.
En los cumpleaños es una buena opción, te atienden de maravilla y le dan un pequeño pastel al cumpleañero, lo pueden mencionar en el sonido y el ambiente se pone muy animado. Tienen rampas para discapacitados, ese es un plus que yo le doy, porque me gusta que piensen en todos los sectores de la población.
El precio es algo elevado a mi parecer, pero valdrá la pena al final del día. El mariachi te hará pasar un buen momento de entretenimiento mientras degustas el menú. No te pierdas la sopa azteca, es un must. Luego puedes optar por la barbacoa por kilo para taquear a gusto, con la tradicional agua de horchata que es deliciosa.
No tengas reparo en probar los postres, ¡las fresas cubiertas de chocolate te dejarán atónito! Si vas con niños, no te preocupes ya que cuentan con un área especial para los más pequeños y se divertirán mucho mientras tú entras en calor con la buena plática y claro, unos cuantos tequilas.
Date ese lujo de vez en cuando y admira la majestuosidad de esta antigua casona en pleno Insurgentes, te perderás en su belleza.

Pocos lugares se han vuelto tan de tradición como Enrique. El restaurante mexicano es una parada que la gente debe de hacer cuando toma rumbo hacia el sur. La razón: sus deliciosos platillos mexicanos como el pollito de leche a la plancha, el pollo pibil, la trenza Enrique, o el chamorro Enrique.
El lugar tiene su gran fama debido a la deliciosa barbacoa que cocinan y las jugosas carnitas que ofrecen a sus comensales. Es por eso que también es ideal para la gente que sufre una imposible cruda y que se puede refugiar en el área express del restaurante (la cual se encuentra en la parte de abajo) donde los martirizados pueden disfrutar de estas especialidades para levantar los ánimos. La atención es muy rápida (especialmente en la parte de abajo) y el ambiente es de lo más ameno, por lo que se puede disfrutar la comida con tranquilidad.

Enrique es uno de estos restaurantes clásicos mexicanos, padre de todos los restaurantes. La primera vez que fui me maravilló el lujo del lugar, que sin duda alguna debe de haber pertenecido a una familia poderosa de la época. Como conservan muchos aspectos de lo que se ve fue una mansión señorial, puede que te pase como a mi, que me entretuve imaginando a donde llevaban originalmente las escaleras de la entrada y si el lugar donde comíamos, por sus dimensiones, había sido el salón de baile de la familia.
Pero en fin, a lo que iba, la comida en Enrique es deliciosa, eso sí, nada barata pero vale la pena.
Mi recomendación personal: Setas al ajillo o la crema de flor de calabaza, la orden de carnitas con guacamole (para chuparse los dedos) y el pastel de moka, todo absolutamente delicioso.
El servicio muy bueno, bastante rápido considerando la cantidad de personas que hay, y siempre puedes disfrutar la comida con los amenos conciertos ofrecidos por los mariachis del lugar.