Típico hostal restaurante que floreció en los tiempos en los que la frontera de los Pirineos daba oportunidades de negocio a ambos lados. Su restaurante cuenta con un gran salón, perfecto para grandes grupos aunque no hay problema en acoger a parejas. Decoración típica aranesa. Comida casera excelente y servicio profesional. No tuve ocasión de comprobar cómo funcionaba el hostal pero a nada que vaya en la línea del servicio que vi, seguro que no defrauda.