Zero

No se han cumplido las expectativas que había depositado en este nuevo local de Ruzafa de tendencia macrobiótica y personal. Y es que pese a que las chicas que lo llevan se nota que ponen cariño no acaba de funcionar la propuesta.
El local es muy pequeño y cuentan con pocos medios. Más bien pueden atender tapas y cosas sencillas ya que por lo que creí ver no cuentan con las herramientas adecuadas para cocinar allí. Las tres pequeñitas mesas y sillas que caben son más bien incómodas y los bancos adosados a la pared son más altos que las mesas con lo que resulta imposible permanecer allí sentado sin que te comience a doler la espalda rápidamente.
El menú era muy sencillito pero todavía lo pareció más después de probarlo. De primeros había una sopa juliana y un potaje para elegir. La primera estaba rica y aportaba algo distinto ya que llevaba cúrcuma y coco, el potaje cuenta mi amiga que resultó muy normalito.
Los segundos fueron lo más flojo de todo: un carpaccio de remolacha, que por ser tan escueto nos lo sirvieron a modo de aperitivo antes de los primeros, por decisión suya, y un guiso de azuquis demasiado viudo.
Los postres estaban algo mejor: una crema de café y un brownie.
El precio tampoco ayuda, 12 euros, ya que existen un sinfín de locales en el barrio que superan con creces la propuesta de Zero.
Quizá sentarte en la barra y pedir una tapa sencilla seríà la mejor opción.