Turrones Ramos

turron délicieux. Mon préféré est le rond entre deux feuilles azymes, plein d’amandes entières.

Uno de los objetivos de nuestro último viaje a Valencia era descansar, tomar un buen arroz, perdernos por la Albufera y llevarnos unos buenos turrones.
Creo que cumplimos todos los objetivos aun con la gota fría y los mil litros que cayeron por segundo durante todo el fin de semana.
Acabamos en turrones Ramos, que por lo visto es un local clásico como puede ser la Campana en Sevilla, o la Duquesita en Madrid. En este caso, especializada en turrones desde finales del siglo pasado.
Turron del duro, del blando, de yema tostada (magnífico), guirlache, mazapan, pan de Cádiz y algunas variedades más (que para mí no tienen mucho interés). Me pareció interesante que algunos de los turrones son aptos para diabéticos. Y me pareció interesante también que las dueñas (o tenderas) se toman el tiempo que hay que tomarse para atender un cliente … que no es otro que el que sea necesario. … agradables al máximo, te explicarán el proceso y composición de cada presentación y formato que tienen.
El turrón es un producto de base caro (incluso el malo), en este caso la calidad es de primera y la presentación es muy buena, por lo que evidentemente no puede ser barato. Con todo, es un buen detalle.

Llegué a ella por Unilocal,buscando la mejor turronería de Valencia. Eso sí, o bien mi ineptitud a la hora de interpretar el mapa de Google o bien la dificultad que supone que la plaza esté en obras y que haya un mercadillo en el medio hizo que diera más vueltas que pichote hasta dar con el lugar. Había pasado por delante más de cuatro veces. En fin, triste de mi.
A lo que voy, que 120 años cocinando turrones son un seguro a la hora de acertar con la compra de estos dulces: situada en un local sin pretensiones, casi espartano en cuanto a la decoración aquí lo único que importa es el resultado final y la satisfacción de sus clientes.
Aunque en un principio la atención al cliente me pareció algo dura eso cambió al darme cuenta de que no debe ser nada fácil atender a miles de personas en el periodo navideño… supongo que el cansancio ha de notarse: abren temprano, cierran tarde, las colas son largas. Cambié mi pedido inicial y hubieron de hacer la cuenta un par de veces porque no me enteraba bien de cómo iba el tema y, cuando parecía que me iban a taladrar con la mirada no hicieron otra cosa que amablemente explicarme que los turrones los cobran al peso. Bien.
Tienen dos tamaños de todos sus turrones. Esta navidad repartí varios por algunas casas de amigos y, al igual que en la mía propia, el mazapán y los turrones fueron de calidad suprema. Sin ese «supremo» que llevan los turrones fabricados en serie, este «supremo» es de sultanes, de princesas y príncipes, de brujas y del pueblo. Maravilla palatal y símbolo del éxito de un producto excelso. Y lo excelso, se paga a gusto.

Éste es uno de los comercios más antiguos del casco viejo de Valencia. Como su nombre indica es una parada obligatoria en días navideños o cuando la ocasión requiera de un buen turrón.
Entre muchas cosas, la Comunidad Valenciana es tierra de turrones y este establecimiento, que data de 1890, es un estandarte de lo mejor de esta industria.
Eso sí, puede que sean para todos los gustos, pero no para todos los bolsillos. Aun así, el tentador escaparate y sus deliciosos productos convierten este establecimiento en parada imprescindible para todos los que caminando se encuentran con ella, y más en estas fechas.

Sin ser especialmente fan de los turrones (de hecho en Navidad, ni los mazapanes me como), los Turrones Ramos de Valencia son de esos locales que evocan a tiempos pasados en que todo, dicen, fue mejor. No sé si mejor o peor, o diferente o igual, pero el establecimiento sigue duro, ahí, como la torta de almendras de Alicante, sea o no Navidad, haya crisis o no, y forma cadena, en la zona en la que está, con sus comercios hermanos de antaño como las horchaterías o la tienda de disfraces.
No sé si enmarcarlo dentro de la visita obligada a la ciudad, pero merece la pena ver el escaparate porque, para los que sean más débiles que yo al dulce y a los turrones, posiblemente se lleven un buen recuerdo.
Como parte histórica, merece la pena saber que llevan dando guerra desde 1890 y que, además de los turrones, preparan todo lo típico para que en los centros de mesa de las casas los días de nochebuena y navidad no falte absolutamente nada de nada.

Quizá tuviera hambre, pero fue ver el escaparate de este local y «teletransportarme» dentro de él.
Fundado en 1890, este comercio se dedica a la elaboración artesanal y venta de turrones y confites.
Sinceramente, es un lugar nada apto para golosos sin blanca, porque comprarías la tienda entera. Una vez dentro, uno no sabe dónde mirar o dónde no mirar, yo opté por mirar al suelo…
Siendo francos, la atención recibida no fue la mejor posible, pero merece la pena pasarse por allí, sin duda, por el esfuerzo en la elaboración y la cantidad de productos que allí se ofrecen.