Gran ambiente los viernes por la noche que es cuando vamos mi equipo y yo a jugar una liguilla de futbol 7. Siempre es agradable además quedarse tomando algo en la cafetería
Rodrigo M.
Tu valoración: 3 Valencia
He ido a jugar a tenis en diversas ocasiones a este polideportivo, y encuentro el lugar algo limitado en lo que se refiere al número de sus instalaciones, así como también perdido en mitad de un área de escasa cobertura por parte del transporte público. La línea de autobús número 90 es la única de las que conozco que tiene una parada relativamente cercana, en el hospital de La Fe. Debe haber otras, claro. El metro, no obstante, sí que no posee ninguna estación próxima. Las dos pistas de tenis con las que cuenta se hallan bastante bien cuidadas. Me agrada especialmente su superficie rugosa, para desarrollar un juego más lento, y la tranquilidad de su ubicación. En otros complejos de este tipo a menudo se da un tránsito incesante de gente alrededor en pleno partido: por mucho que mi habilidad con la raqueta no tenga demasiado margen de mejora a base de concentración, lo cierto es que el alboroto molesta. El Parque de Marxalenes es un escenario precioso para el deporte, un espacio verde que alberga además de las pistas de tenis, las de paddle, los campos de fútbol y una piscina cubierta. Sin embargo, no hace sencillo huir del coche para llegar hasta él, y en cambio no dispone de las facilidades de aparcamiento del complejo de Nazaret, que otro caso similar. Asimismo, al haber menos cantidad de instalaciones, es más complejo reservarlas.
PACO C.
Tu valoración: 3 Valencia
No sabía si me iba a acordar de darle al balón, al menos en la dirección deseada. Después de varios años sin jugar a fútbol, un amigo me invitó a ir a una pachanga que se suele organizar semanalmente en este polideportivo y en la que él suele participar. No conozco mucho esta zona de Valencia, pero recordaba la existencia de un campo de fútbol al que fui a pitar cuando era árbitro. Sí, todos tenemos un pasado. Me dijo mi invitador que la instalación estaba en el mismo parque de Marxalenes. Y allí que me metí, con el problema de que desde el parque no hay entrada, o no la encontré, al campo de fútbol y los vestuarios, y tuve que dar una vueltecita que, por otro lado, me sirvió de calentamiento. Al final, nada era como lo recordaba. La verdad es que iba con cierto recelo a los campos de césped artificial, sobre todo por mi última experiencia en uno de ellos. Acabé más quemado, literalmente en brazos y piernas, que la moto de un hippie. Pero, para mi alegría, en esta ocasión y es que en este terreno de juego no sucedió nada de eso. Por este motivo, y por la limpieza en los vestuarios, me gustó la instalación que, por lo que vi, también tiene pistas de pádel y de tenis y piscina cubierta. Por cierto, al final resulta que de jugar al fútbol, aunque sea mal, uno tampoco se olvida.