He pasado tan buenos ratos en esta tasca-taberna, situada en el lateral del Parlamento… Charla y charla, vino dulce y vino dulce y un montaíto de carne mechá con tomatito que quita el sentío ¡Está exquiso! yY muy bien de precio, creo que no llega los dos euros y medio, bien servío, con sus patatas de bolsa de las buenas, que es lo primero que terminados y al final, a la barra a comprar una bolsa de patatas también. Este sitio es un bar de otoño-invierno, porque no tiene veladores y apenas entra la luz del exterior. Es una nave que no se intuye desde fuera, en realidad creo que no se intuye el lugar en sí. Parece que nos transportamos a otro tiempo. Y ahí estás tú entre capotes con su polvo de tiempo, sus cabezas de bichos, sus mesas de madera y su suelo sucio con servilletas y polvarea. El dueño me contó un día pidiendo otro mistelita que antiguamente, hace más de cincuenta años aquí se vendía el vino a granel.