Local donde la tradición y la experiencia se respiran. Sin lugar a dudas la calidad de su producto lo convierten en uno de los lugares de referencia del marisco y productos gallegos. Su personal muy cercano y amable, donde convierten el restaurante en un el salón de ambiente familiar.
Ana F.
Tu valoración: 4 Los Remedios, Sevilla
Sitio emblemático en los remedios. Siempre lleno de gente del barrio cerveceando. Cuenta con un salón donde se puede comer o cenar. Marisco y productos de primera. El servicio muy amable y el precio es bueno. Sin duda un habitual de los remedios. Revueltos, marisco, buena carne y también traen buen pescado. El ambiente es de la gente habitual de los remedios aunque también suele venir gente joven de cerveceo!
Pepa L.
Tu valoración: 4 Sevilla
Este bar es de los de «toda la vida» en el barrio de Los Remedios. A mi padre le encantaba ir por dos motivos: la cola de toro y las manitas de cerdo. Ambas tapas muy sevillanas y que cuando las cocinan bien, crean admiradores. Todo está muy rico, es casero, las tapas son abundantes y está muy bien de precio. Su especialidad es el marisco y aquí me he comido un arroz con bogavante de los mejores que he probado en mi vida. También me gusta mucho como cocinan las espinacas con garbanzos. El ambiente es familiar y como decía antes, de bar de barrio. Lo más habitual es tapear en la barra, de pie y sobre un mostrador metalizado en el que se apuntan con tiza las consumiciones. Suele haber bastante gente todos los días. Está abierto desde el año 1977 y cuenta con numerosos clientes habituales.
Pablo G.
Tu valoración: 5 Sevilla
Está a dos pasos de la casa donde me crié, lo cual indica dos cosas: que ya estoy criadito, y que ya no vivo en aquella casa. El bar sí sigue donde mismo lo dejé, y como a menudo vengo a Los Remedios, me gusta parar en los sitios por los que me he criado, y éste, concretamente, es parada más que obligatoria, porque aquí todo está bueno, de diez, porque todos, dueños y camareros, son buenagente, y porque son de mi calle de toda la vida y ya está. El Sancho, nombre más familiar para los más allegados, es un bar, pues así, familiar, muy de los vecinos. Bueno, de los vecinos y de la gente que pasa y lo prueba, y ya no le queda más remedio que volver a pasar para enseñárselo a su mujer, o a su novio, o al yerno, según proceda, en cuanto tiene la ocasión; y si no se da la ocasión, la pintan. El caso es que, sin dejar de ser un bar de barrio, muy de barrio, aquí se come de lujo, muy de lujo, sin ser un bar caro. Ese es el motivo por el cual siempre está lleno o casi lleno, no sólo la zona de barra, sino también la de comedor. ¿Y qué se pide aquí? Lo que sea. Da igual. Pidas lo que pidas, acertarás. ¿Qué eres? ¿De marisquito? Pues empieza el recorrido por Huelva, con unas gambitas de delito, sigue por el carril con unas almejas de idem a la marinera y, yo que sé, termina el homenaje con una langostita de donde sea, porque sea de donde sea, te vas a chupar los dedos. Yo es que soy más de carne, sabe usted. Pues pide carne. Filetitos, cazoletitas, pinchitos… ¿Y pescaíto, tienen? ¿Pescaíto? Pues claro, hombre, boquerones, calamares… Pero, pide, pide, que el buen Sancho, será siempre el mejor y más fiel escudero de nuestros paladares.