Sadalgo

Supongo que alguien compartirá conmigo la sensación de impotencia que se experimenta ante una remodelación total del hogar. Todo se alarga, los presupuestos aumentan sin parar, y nunca se le ve el final…
Llevábamos dos meses de obra (después de todo tuvimos bastante suerte con casi todo) y ahora nos dicen que tenemos que esperar un mes más para que nos traigan las puertas. Al final se retrasó, llegando hasta casi dos. ¡Qué infierno!
Pero es que cuando llegan, a las del salón le faltan los cristales. Yo creía que ya venían completas y ahora nos dice el mozo que tenemos que buscar nosotros una cristalería o que él nos manda al que trabaja normalmente con él. Deja, deja, mejor buscamos nosotros.
Nos recorrimos unas cuantas del barrio, entre las que se encontraba esta de la calle Luz Arriero, que yo no sabía ni que existía. Nos atendieron bien, el presupuesto me pareció razonable, pero al final mi marido me convenció para que se los encargáramos al del carpintero, que más valía lo malo conocido que lo bueno… Y así lo hice. Menos mal que esto ya no tardó mucho y las puertas quedaron preciosas. Ya ni nos acordamos pero ¡hay que ver lo que se pasa!
Si decides pasarte, fíjate bien en los horarios, no abren ni los sábados ni los viernes por la tarde.