No Kitchen

Un concepto de local sin cocina aparte. Todo se prepara en la barra, a la vista de los comensales. De ahí su nombre. Uno de los mejores vermús de Sevilla. Puedes acompañarlo de buenas chacinas y quesos. El queso payoyo y el salchichón de Vic espectaculares. Buena selección de vinos andaluces. La brandada de bacalao es muy original, una especie de crema con espuma de bacalao. En defintiva, un sitio original y que se sale de lo normal en una zona que todavía no está colapsada de locales.

Hoy nos apetecía probar algo nuevo, y decidimos probar No Kitchen para comprobar si las buenas críticas eran acertadas. Y vaya si lo eran.
Probamos el surtido de chacina y la ensaladilla, correctos ambos, y los falsos spaghetis de calabacín con pesto (exquisitos), la tosta de morcilla de calabaza (delicada, muy buena), el montadito de compango (contundente, sabroso) y el de tataki de ternera. Íbamos preparados para un buen sablazo, pero la cuenta no se disparó demasiado.
En definitiva, muy buena calidad y unas propuestas originales y bien resueltas. Volveremos.

Que cosas! y es que el nombre es tan real como el propio local.
Se trata de un magnifico lugar de tapas, donde lo que destaca por encima de todo es la ausencia de cocina, pero lo compensan con una creatividad absoluta con las herramientas de las que disponen.
Quiero empezar destacando el lugar, esta muy bien situado, en zona centro, una calle un poco de paso, pero, es de los sitios que merece la pena buscar para degustar sus platos.
El local esta muy bien ambientado, con una luz tenue, acabados en madera y blanco, todo muy minimalista, y con exposiciones artísticas que van variando de vez en cuando. El trato es para mi gusto, lo mejor. Son muy atentos te reciben siempre con una sonrisa y si repites alguna vez (como yo) ya es una recepción familiar y acogedora.
Vamos a lo interesante la cocina sin cocina. Y si pensais que no se pueden comer cosas ricas sin tener plancha, o algo al fuego os invito a probar este maravilloso lugar.
Para empezar destacar la gran variedad de tartar que tienen en carta, un clásico como podría ser el de salmón pero luego 3 variedades que debéis probar, empezando por el tratar sorpresa, que si lo digo deja de ser sorpresa, como dirían ellos, es sublime, (eso si si sois alérgicos a algo comentarlo antes de pedirlo). Yo tengo en pendientes el salmón al vodka, espero que no pase de la próxima visita.
Pero uno de los mayores descubrimientos que hicimos fue el calabacín al pesto, es una delicia, y la presentación es fantástica, parecen espagueti, pero es calabacín, el juego que presentan es ya de por si, parte de la magía del local.
No dejéis pasar la oportunidad de probar sus platos, de descubrir cosas nuevas y acompañar la con una cerveza fría ó alguno de los particulares vinos o cocteles que preparan, (el Bloddy Mary esta muy bueno)

He estado varias veces en este sitio y siempre he comido bien y pasado un rato agradable.
El local tiene una decoración y un ambiente que me gustan y los camareros son amables (y hay uno muy divertido). Mis platos favoritos son los espaguetis de calabacín, la angula caramelizada y el tartar sorpresa.
No he probado los postres, tendré que dejarles hueco la próxima vez ;-)

Estas pasadas navidades fui por primera vez a No Kitchen para quedar con una amiga y desde entonces me declaro fan de este lugar «sin cocina». El guiño de su nombre ya te hace pensar, pero cuando vas viendo el menú es cuando ya entras de lleno en la filosofía del establecimiento, nada de fuegos, todo preparado en frío. Me gusta la ubicación del local, es una calle apartada tranquila, apartada de la locura de la zona más comercial del centro.
Si tengo que destacar un plato sin duda alguna ese es el tartar sorpresa. Soy una fan de los tartares, si hay uno en un menú me voy derechita hacia él, también los suelo hacer en casa: de salmón, de atún, de carne… pero nunca en mi vida había probado un tartar con este ingrediente incognita que no voy a desvelar (le quitaría encanto). Se trata de un verdadero y digno plato trampa-​antojos tan usado por los chefs de alta cocina, y aquí lo tenemos asequible sin ningún tipo de pretensiones. También muy bueno el plato de anguila con manzana caramelizada en vivo y en directo :-)
El servicio es otro punto a favor de este establecimiento, son amables y al servicio del cliente.

#LunesDeReseña
Conocí No Kitchen gracias al evento «Tartarmanía» que Unilocal celebró hace unos meses y mi sensación ya fue excelente. Sin embargo, no quería compartir mis impresiones por aquí hasta tener la oportunidad de volver en un par de ocasiones más.
A día de hoy, tras estar la otra noche cenando de nuevo en No Kitchen, puedo decir ya con seguridad que mis primeras sensaciones no fueron erróneas: el sitio cumple lo que promete, y además con nota. No Kitchen es singular. Su apuesta de cocina sin fogones recuerda quizás al concepto de abacería, pero sería un error pensar en que lo que han querido es simplemente modernizar esa idea. Abacerías en Sevilla hay muchas. Lugares como este No Kitchen, yo al menos no los conozco. No estamos hablando de servir conservas con un poco de adorno, sino platos muy bien pensados y con un toque de originalidad (y sobre todo… ¡de sabor!) que los hacen muy especiales.
Pero vamos a la carta. En mi opinión, y tras haber probado alguna cosa más, los reyes del menú son los tartares. Gracias a Unilocal en su día pude probar todas las variedades que ofrecen: sorpresa, de sardinillas, de salmón ahumado y… el tartar que no es tartar, el boloñesa. Este último sorprende por idea, presentación y sabor: carne picadita y algo cocinada, bien aderezada y con una yema de huevo copando el plato. La mezcla resulta de verdad excelente. Ahora bien… tengo que decir que, para mi gusto, el de salmón es sencillamente espectacular: sabrosísimo y con un puntito de marinado que le da un toque tremendo. Yo, personalmente, me quedo con éste.
Aparte de esto, la primera vez que estuve por aquí recuerdo que me encantó la sobrasada que nos pusieron: muy, muy rica. Y se confirmó el otro día cuando volví. Ideal para empezar con el picoteo. Luego he tenido ocasión de degustar alguna cosa más: recuerdo que en el evento de Unilocal en su día me llamó mucho la atención uno de los platos: la anguila ahumada al azafrán caramelizado. Bueno, pues… ya puedo decir que está de muerte: unos filetitos muy finos de anguila sobre láminas de manzana, que te caramelizan en la propia mesa. El sabor es diferente, muy suave y que te deja con ganas de más. También hay que decirlo: es normal que te deje con ganas de más porque dado el tipo de pescado y su precio, las piezas vienen muy contadas. Y el otro plato que también probé y que recomiendo al cien por cien es el tataki de presa ibérica: el que sea fan de esta forma de preparar la carne lo va a disfrutar muchísimo. Y lo digo porque a mí me encanta, y creo que es el mejor tataki que he probado, con permiso quizás del de buey que sirven en el restaurante Kaori del Gran Casino Aljarafe.
En fin… la verdad es que resumiendo lo único que puedo decir es que todo lo que he probado en No Kitchen está bueno. Si a esto le sumas que el lugar es original pero sencillo en cuanto a decoración y ambiente, y que el personal es amable y atento, la apuesta sale redonda. El único «pero», si se le puede llamar así, es que no es un sitio para glotones. O, al menos, no para glotones que quieran comer barato. No es una cocina pensada «para llenarte», sino para hacerte probar sabores distintos que te dejan con ganas de volver. Y, como el precio acompaña, pues yo al menos eso es lo que pienso hacer: volver pronto.

#LunesDeReseña
Mi primer #lunesdereseña tenía que ser un sitio especial, original y diferente.
Y si quieres descubrir un local así en el centro de Sevilla, ese es No Kitchen. Se trata de un restaurante con una cocina sin fogones. La idea nace del reputado cocinero Juanjo López, dueño del restaurante madrileño ‘La Tasquita de Enfrente’.
Es un concepto que te sorprenderá porque la mayoría de sus platos no necesita cocina así que notarás mucho más el sabor y las texturas de sus alimentos.
Gracias al evento #Tartarmanía de Unilocal,descubrí un auténtico local donde degustamos tartares de sardinillas, boloñesa, o de salmón, para mí, el mejor de todos. También me gustó mucho el tartar sorpresa. Recomendado para paladares muy selectos, tiene un ingrediente secreto que no detecté. Os animo a probarlo y a descubrirlo. Realmente está muy rico.
Como ejemplo de otros platos que podemos encontrar en su carta están la ensaladilla de ‘La Tasquita’, ensaladas de vetresca y de crudités o calabacín al pesto, boquerones en vinagre, anchoas del cantábrico o mejillones en escabeche.
El local está decorado con un estilo vintage, y el ambiente es agradable y acogedor. Su dueña, Ana, trata con tanta dulzura y delicadeza a los clientes que te dan ganas de no marcharte más de allí.
Espero volver muy pronto porque me quedé con las ganas de probar el hígado de rape y las anguila al azafrán caramelizada.
Por cierto, tienen una oferta por check in, con la que por 3 € puedes tomarte una cerveza y una tapa de sobrasada o de ensaladilla si vas de martes a jueves.

#LunesDeReseña
Como su nombre indica, No Kitchen es un restaurante sin cocina. ¿Cómo es eso posible? Sencillamente porque solo ofrecen platos fríos: ensaladas, chacina, ceviche… y unos estupendos tartares, algunos muy originales (boloñesa, de sardinas, sorpresa…) aunque para mí, el mejor es el clásico tartar de salmón. ¡Es increíble ver cómo se pueden conseguir tantos platos deliciosos sin usar los fogones!
El local en sí me resulta muy acogedor: he estado tanto en las mesitas altas de la terraza como en las del interior, y la luz suave hace que la velada sea muy, muy agradable.
Aparte de la comida, la carta de vinos es muy buena, con una variedad que va desde los más económicos (pero de muy buen sabor) a otros mucho más exclusivos, en caso de que quieras y puedas permitirte gastar algo más. En general, los precios son más que razonables, y los platos traen una cantidad justa: ni mucho ni poco, adecuada al tipo de plato (plato o tapa, a elegir en la mayoría de las opciones de la carta).
Tienen una oferta por check in, con la que por 3 € puedes tomarte una cerveza y una tapa de sobrasada o de ensaladilla si vas de martes a jueves, tanto a mediodía como por la noche, una opción muy buena como entrante.
Los responsables del local son amables y simpáticos, siempre dispuestos a charlar sobre sus platos y a hacer la experiencia de comer allí más completa. ¡Muy recomendado!

Tenía muchas ganas de conocer este sitio, pero con un otoño demasiado cargado de eventos me ha sido complicado acercarme hasta hace bastante poco y aun así ya he estado dos veces. Supongo que eso es buena señal y es que este lugar tiene muchas cosas buenas, pero también una pega que si solucionaran lo harían bastante más redondo.
Pasemos a las virtudes, que son más y son las que hacen que la visita merezca la pena. El sitio es muy agradable, ya que el local en sí es bonito, con techos altos y unas puertas de cuarto de baño realmente bonitas. Según me han dicho se trata de un antiguo taller de marquetería, el mobiliario, discreto y adecuado, no le roban protagonismo a la sencilla belleza del lugar. Si a esto le sumamos que la atención es excelente, con un trato cercano, amable y siempre atento, se convierte en un lugar en el que se está sencillamente bien.
Lo importante, por supuesto, es la comida. El grueso de la carta lo componen platos fríos como tartares o encurtidos de pescado, aunque tienen también alguna opción caliente. Todo está realmente rico. El tartar boloñesa (caliente) es bastante suave y muy cremoso gracias al toque de la yema de huevo, el tartar sorpresa (frío) está muy bueno, con un sabor muy cercano al steak tartar de toda la vida, pero con un ingrediente base… pues eso, sorpresa. Sin embargo hay otras cosas que realmente merecen la pena la visita: la anguila (fría), los tacos de bacalao sobre tomate triturado (fríos), la carrillada al Pedro Ximénez acompañada de puré (caliente) y (redoble de tambores)… ¡el salmón al vodka! Sólo este plato ya merece la pena la visita.
Y si tienen tantas virtudes… ¿cuál es el defecto? Pues se trata de la relación cantidad-​precio, y es que para salir saciando te harán falta bastantes tapas. Entiendo que parte del producto que tienen es caro en sí, pero aumentar la cantidad de las tapas seguro que harían que la gente a la que han conquistado con el paladar volviera más a menudo en vez de dejarlo sólo para ocasiones en las que no haya mucha hambre. Es una pena, porque comer con hambre y cosas ricas es todo un placer.

No tenía ni idea de la existencia de este sitio hasta hace relativamente poco y, desde el principio, me pareció de lo más interesante. Unas semanas después se dieron las circunstancias para venir y poder probar este interesante sitio que tan buenas recomendaciones estaba cosechando.
No sé si queriendo o sin querer, pero al entrar el sitio parece un poco desangelado, como decorado a la ligera y con algo de libre albedrío, con algunas mesas altas al fondo y otras normales con sillas al entrar. Nosotros optamos por las mesas altas y por pedir un par de cosas, por probar y ver qué tal estaba el sitio.
Es verdad que el trato de los camareros/​dueños es excelente y se ve que le ponen muchísima pasión y buen humor en todo momento, pero para mí un sitio decorado con maderas que parecen sacadas de un palé de un almacen, a veces, me chirría.
Será que esa decoración me la espero de locales de otro tipo, no de un bar de tapas moderno que ha dejado la solería del anterior para dar ese toque retro-​vintage que tanto se lleva y que, desgraciadamente, no todo el mundo sabe explotar.
En cuanto a la comida y la bebida… bueno, empezar diciendo que el tirador es de Mehau (perdón, Mahou) y que la única alternativa cervecera es una Alhmabra 1925 riquísima, pero a tres eurazos el botellín. La primera, en la frente.
Luego pedimos dos platos, concretamente dos tartares que nos vendieron estupendamente. Uno «sorpresa» que, cuando sabes lo que es, descubres que no tenías ni idea de lo que era y, otro, «boloñesa», sabroso, con algo de carne y tal que ni sacia ni sorprende demasiado al gusto y que, si no recuerdo mal, son otros cuatro eurazos.
Probablemente vuelva, a probar otras cosas de la carta…

Tras ver algunos checkins en el sitio, conseguí visitar este lugar. Ante todo, decir que debes saber bien adónde vas para no andar luego con decepciones.
Se trata de un concepto de local sin cocina aledaña, sino que está incorporada a la barra, sin fogones ni ostentosidades. Esto afecta a la carta, donde predominan los platos fríos, pero tan innovadores como su propio concepto.
Exquisito el tartar boloñesa, que no es un tartar propiamente dicho porque es caliente y la carne estaba hecha.
Sorprendente el reto, además, de descubrir cuál es el ingrediente estrella del tartar sorpresa. No dejes de pedirlo.
Los dueños muy amables, una atención exquisita. Mantienen en la mirada esa ilusión por un proyecto en el que creen.
No vendría a comer, pero sí a tapear de vez en cuando.

Había leído varias opiniones acerca de este coqueto lugar, y como no hay nada que más me guste que un sitio nuevo, allá que me acerqué el sábado a investigar qué tal.
Y, la verdad, tendré que venir más veces porque la primera impresión ha sido «psé». El lugar de por sí es un poco desangelado, con techos altos y dos estancias, la primera de ellas con mesas altas y un espacio interior con algunas mesitas bajas.
La carta se basa sobre todo en productos fríos, sólo había una especialidad caliente fuera de carta, un tartar boloñesa. Probamos la ensaladilla, correcta, y una tapa muy curiosa, el tartar sorpresa, rica y sorprendente, con un gran regusto a wasabi, y cuyo ingrediente secreto no voy a descubrir para mantener la «sorpresa» si alguien quiere acercarse a probarlo ;)
Atención amabilísima y precios un poco altos, 3 – 4 euros por tapa.